Los terremotos y la endémica improvisación

Es escasa la literatura sobre sismos en Chile. En el libro “Los terremotos chilenos” de Patricio Manns, el desastre es homologado con el que asola a una colonia de hormigas.

Una columna de miles de laboriosas obreras puede ser llevada por un torrente, retorcida por la asechanza del fuego o los pisotones celestiales carentes, de sentido. Las hormigas laicas, abrazan el absurdo y las religiosas se aferran a una cruz.

Las hormigas, se caracterizan por dedicarse a una danza ciega en pos de la acumulación, tienen de su lado las jerarquías sociales, los roles bien delimitados, decretos, normas y procedimientos.

Tan seguras se encuentran de su cosmovisión que se desentienden de toda prevención ante los embates de fuerzas superiores a ellas.

¿Y si de pronto se vierte un vaso de agua sobre éstas?, pregunta Manns.

Vivimos una nueva crisis en el hormiguero el 27 de febrero de 2010 y la mala memoria fue la madre de la improvisación.

La noche del 14 de octubre de 1998, a las 22.05 hrs., un sismo de grado 6 a 7 en la escala Richter afectó a la Cuarta Región, causando siete muertes y el corte de la ruta cinco Norte en el sector de El Teniente.

El 30 de julio de 1995, un sismo de 7.5 Richter sacudió Antofagasta, conformando lo que se conoce como "terremoto hipócrita", ése que con una réplica podría terminar con la vida de los moradores.

En la madrugada del 27 de febrero, nuestra red arrojó una intensidad de 8.3 grados Richter, cuando la referencia internacional apuntaba 8.8. Nuestra cobertura instrumental se sostiene en una red repartida en la Provincia de Arica, en Antofagasta y la denominada red Central, con 16 puntos de monitoreo.

Sin embargo, hacia el sur, escenario del mayor cataclismo en la historia universal moderna, en mayo de 1960, sólo recibe pesquisa hasta Concepción.

El Departamento de Sismología, luego de su fundación tras el sismo de 1906 en Valparaíso, fue traspasado a la Universidad de Chile, sin que se aclarare hasta hoy la dependencia económica de la institución.

En 1960, si los habitantes de Ancud hubiesen estado al tanto de que luego de un sismo de intensidad 9 Richter en la costa lo más probable es que sobrevenga un maremoto, habrían salvado sus vidas.

Arica es una ciudad que no presenta trascendentes legados arquitectónicos de viejas culturas. La razón es muy sencilla, esa ciudad es desmantelada y arrasada por un terremoto y un maremoto cada cien años.

En Arica han sido tomadas medidas de resguardo y evacuación, pero ¿servirán teniendo en consideración los menudos presupuestos regionales y la reciente confusión entre la Armada y la ONEMI tras el mega terremoto que acabamos de sufrir?

Según el doctor Maturana responsable de ONEMI por más de una década y en entrevista que le oí por radio tras ese 27 de febrero, las principales falencias fueron:

• Faltó la opinión propia de la ONEMI y no la generó cuando más se necesitaba. Grave falta de credibilidad del organismo, ahora.

• Hubo una innecesaria pendencia entre ONEMI y Armada. La NOAA de EEUU decretó, un minuto después del terremoto en Chile 8.8 Richter en la costa afuera del Maule con una alerta de maremoto.

• Para dar un alerta y no acertar hay que tener coraje político. Hay que atreverse con los datos que hay. Las autoridades políticas no recibieron información, oportuna, vigorosa y temprana.

• La tesis de la caída del sistema comunicacional no es real. Ni carabineros, ni la Armada, o bomberos sufrieron la pérdida de sus equipos de HF y la ONEMI tampoco. Ésta posee equipos electrógenos. HF sigue siendo la tecnología que usan las FFAA y los organismos de seguridad por sobre los teléfonos satelitales. Existían radios al aire y ciertos servicios celulares.

• ONEMI depende del ministerio del Interior, pero debería gozar de mayor autonomía incluso a un nivel del Banco Central. Es hoy sólo un organismo asesor de las autoridades.

Patricio Manns en ese libro previo al golpe de Estado ya manifiesta que un país, orgulloso de sus vinos o conocedor de mares, bares o poesías, tiene la obligación de ser un profundo conocedor además de los terremotos, de ésto que es tan nuestro y que causa tanta curiosidad en el mundo.

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