Reflexión sobre nuestra celebración de las Glorias Nacionales

Pasó el mes septiembre. Nuestro mes patrio. Pasó el día en que celebramos las “Glorias Militares” con una exhibición de nuestras Fuerzas Armadas. Es bueno reflexionar sobre esta celebración porque es bueno llevar la reflexión sobre nuestros sentimientos más espontáneos y afectivos.

Es natural la admiración que una parte de nuestro pueblo siente al percibir la exhibición de tantos soldados que marchan con orden y convicción y tantos instrumentos de guerra formidables que surcan la tierra, el aire y también, lo sabemos, estos mares nuestros.Sentimos también una satisfacción al pensar que todo esto es nuestro, vinculado a nuestra historia patria.

Pero hoy día las nuevas generaciones se hacen preguntas de fondo. ¿A qué viene todo esto? ¿Qué fin se pretende con esta acumulación de elementos humanos y de material bélico?

Se trata evidentemente de que estemos preparados ante una posible agresión bélica contra nuestras fronteras y entonces la pregunta será: ¿Qué probabilidad racional habrá de que tengamos que afrontar una agresión? ¿Estará justificado el enorme esfuerzo y gasto que significa esta acumulación de fuerza bélica?

Aquí debemos colocarnos en el mundo actual, un mundo globalizado que ha creado nuevas vinculaciones y nuevas situaciones.Comprenderemos que, una guerra como las que hemos tenido en el pasado ya no es posible, que hay otros caminos que se imponen, hay otras alternativas que obviamente debemos escoger.

Comprenderemos conjuntamente la irracionalidad en que hemos incurrido estos últimos años al hacer tanto gasto en personal y en instrumentos de guerra que suman varios miles de millones de dólares, siendo así que otros caminos de desarme colectivo, de intercambio fraternal se nos abrían. Esa fortuna mal gastada nos habría servido para tantos hospitales, tantas cárceles, tantas habitaciones, ayuda escolar y para eliminar la pobreza en nuestro país.

Asombra pensar cómo un mal entendido nacionalismo se ha apoderado durante tantos regímenes de democracia, de hombres de gobierno que deberían haber reflexionado más racionalmente sobre los gastos en que Chile ha incurrido. Han mantenido la ley reservada del cobre tantas decenas de años y han convertido a Chile en un país protagónico en el armamentismo de Latinoamérica dando un pésimo ejemplo a los países hermanos, fomentando una carrera armamentista entre ellos.

Es cierto que tenemos problemas pendientes con Perú y con Bolivia. Pero los del Perú, los estamos solucionando pacíficamente.Y los de Bolivia queremos solucionarlos pacíficamente. De ninguna manera aplicaremos brutalmente el lema poco ético "Por la Razón o  la Fuerza".

Nuestros gobernantes han mantenido una política indolente de mantención del pasado, más bien que de enfrentar el presente y preparar el futuro. Todo esto en beneficio del comercio internacional más lucrativo y más sórdido de fabricación y venta de armas.

Uno llega a preguntarse ¿por qué este empeño tan perseverante de mantener nuestras fuerzas armadas juntamente con los juguetes que necesitan para entretenerse, armas tan costosas.

¿Será que se piensa aún ahora en conformidad con la teoría de la seguridad nacional que inspiró y gobernó las prácticas del gobierno militar en tiempos de Pinochet?

¿Se pensará que las fuerzas militares son la garantía de una democracia y se quiere mantener por si las moscas, diríamos vulgarmente?

Debemos cultivar un nacionalismo sano y constructivo. Ya no podrá fundarse en las glorias bélicas del pasado, tiene que abrirse a un internacionalismo viable y positivo que busca la integración latinoamericana, y desterrar absolutamente de nuestros suelos todo armamentismo, y servir la causa mundial de cuidar nuestro hábitat, concurrir a una adecuada integración de todo el universo.

Debemos acoger con cariño a todos los inmigrantes.

Nuestro nacionalismo debe convertirse en una pasión por el servicio público, el servicio de la patria en sus variadas formas efectivas y aterrizadas. Servir al bien común. Ese servicio que inspira a los profesionales a la colaboración voluntaria en tantas esferas que interesan a la gente. El servicio a la patria en todos esos oficios a veces muy poco aparentes, de educación, el cuidado de la salud, el trabajo sindical, de inventivas e iniciativas que favorezcan el bien de toda la nación y a través de ella también a los países que están más allá.

Hablando del cultivo de un nacionalismo más sano y más constructivo terminemos con esta pregunta ¿no podría orientarse la celebración conjunta de las fechas patrias hacia esta meta tan importante para nuestros tiempos? al mentado cultivo de un nacionalismo más sano y constructivo.

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