Tomas feministas, estrógenos sin miedo

“Preferimos tomarnos la universidad y pelear por el cambio, que pasar toda nuestra vida universitaria con miedo”, expresaron algunas de las estudiantes de una de las 15 universidades que hasta ahora están en toma por demandas ante una educación no sexista ni machista. 

Es la fuerza de un movimiento que se revela frente al abuso contra las mujeres, que se aburrió de esperar y que ha instalado el tema en la agenda nacional, movilizando transversalmente a varios  planteles educativos  de todo color político, social y económico, y que este 16 de mayo convocó a miles de personas, 150.000 de acuerdo a cifras detalladas por dirigentas de la Confech. 

Las demandas lideradas por movimientos feministas, expresan en su mayoría petitorios por  una educación no sexista, contar con protocolos y sanciones claras ante la violencia sexual, con objeto de contar con espacios seguros para sus estudiantes y acabar con la impunidad frente a estos delitos y quienes resulten responsables. 

Otros petitorios han sido más específicos y, además de lo anterior, solicitan mejoras de las condiciones laborales de funcionarias, la inclusión de la diversidad sexual al interior de la universidad, como también contar con jardines infantiles, salas de lactancia y mudadores en los baños. 

Todas demandas válidas que responden a años de silencio y que tuvieron el momento perfecto para salir a flote y decir basta. El macabro caso de “La Manada” en España; el llamado a “terreno” que hizo el Papa a obispos chilenos para aclarar encubrimientos ante denuncias de abuso sexual; el caso “Ámbar”,  y las acusaciones de abuso sexual y de poder al director de teleseries, Herbal Abreu, fueron encendiendo una llama que tiene como denominador común, el abuso de poder, el machismo, una sociedad patriarcal y el miedo. 

Sí, el miedo es uno de los “demonios” aliados del abuso y que cuesta tanto derribar. Es el miedo el que te impide denunciar cuando un profesor se propasa con un comentario, es el miedo el que te hace dudar si esa mirada lasciva e incómoda es un acoso o ¿estaré exagerando? Es el miedo el que paraliza e impide muchas veces tomar acciones legales ante una autoridad, quien puede salir libre de todos los cargos: “a él le pueden creer más que a mí”, “para qué denunciar, si todo seguirá igual”, suelen ser afirmaciones comunes. 

Es necesario detener y visibilizar la normalización de ciertos comportamientos como el chiste machista, el comentario incómodo, el trato injusto, la falta de respeto, las invitaciones inadecuadas.

Lo más probable es que ahora cualquier cargo de poder lo pensará dos veces antes de hacer algún comentario inapropiado de índole sexual, o siquiera pensar en hacer un casting en espacios privados.

Sí, estaría alerta al separatismo de género. Los hombres también tienen que ser parte de esta discusión y ser integrados a ella. Si no es fácil caer en un extremo poco sano. Entiendo que es el momento de nosotras las mujeres,  de expresar lo que nos pasa, de fortalecernos, de acompañarnos, de hacer sororidad,  de ser cómplices, de reflexionar internamente, como diciendo a los hombres, ustedes también reflexionen la cantidad de privilegios que han tenido por décadas y que esos privilegios a las mujeres nos han afectado.

Espero que esa reflexión también se dé para seguir avanzando en este camino de las transformaciones que esperamos como sociedad.

Los hombres no son el enemigo, el patriarcado y el abuso de poder, sí. Una gran amiga feminista me explicaba que el feminismo en sus bases no tiene una separación radical entre hombres y mujeres, su fin es un buen vivir colectivo que vela por una transformación cultural para la calidad de vida y dignidad de las personas.  Yo creo en ese feminismo, inclusivo no exclusivo. 

Las mujeres por esencia somos intuitivas, contenedoras y tremendamente inteligentes. “Cualesquiera que sean las presiones con que se pretenda reprimir la vida emocional de una mujer, nada podrá impedir que la mujer sea lo que es”, dice Clarisa Pinkola en su libro“Mujeres que corren con los Lobos”. 

Ojalá toda esta energía femenina, de hembras, de estrógenos, protagonizada por jóvenes valientes y desprejuciadas, no quede sólo en una gran noticia de un mayo del 2018, sino que genere cambios profundos en una sociedad cansada del abuso y del miedo. ¡Basta!

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