Verdadera inclusión laboral, abriendo puertas y no ventanas

En Chile el 20% de las personas mayores de 18 años se encuentra en situación de discapacidad, lo que corresponde a poco más de dos millones de  personas. De este porcentaje apenas el 40% participa en el mercado laboral, realizando algún tipo de trabajo remunerado, según datos de la Encuesta Nacional de Discapacidad de 2015.

Ante esto, la disposición de las empresas para cambiar este escenario resulta fundamental. Sin embargo, este tema va más allá de la sola disposición, tiene que ver con realmente hacerse cargo y llevar a cabo acciones concretas por mejorar la calidad de vida de personas en situación de discapacidad, entregándoles la oportunidad de desarrollarse de forma integral, apoyando la búsqueda de nuevos desafíos y objetivos por cumplir, tanto en el ámbito laboral como personal, como todos. No hablo de integración sino de inclusión.

Y es que este segundo modelo nos permite trabajar por un país a largo plazo, que abre puertas y no ventanas, que fomenta el desarrollo de las personas desde la base de la equidad, lo que se traduce en puestos de trabajo dignos, efectivos y que permiten proyección y calidad de vida.

Pese a todos los beneficios que trae para las personas y para las empresas comenzar a implementar políticas de sostenibilidad que tengan como foco la inclusión, también nos encontramos con que emplear a trabajadores en situación de discapacidad nos abre un mundo nuevo, que potencia la actitud positiva en el entorno laboral y fomenta el trabajo en equipo con aquellos colaboradores sin situación de discapacidad, lo que nos permite conformar una organización bajo una cultura más comprometida y que genera valores en el tiempo, como el orgullo de pertenencia que finalmente se traduce en una menor rotación laboral y mayor responsabilidad con el trabajo diario.

En este sentido, recorrer este camino de la mano de organizaciones y fundaciones afines resulta clave para concretar un ciclo de inclusión laboral, que parte con la creación de la conciencia inclusiva, para luego materializarla por medio de opciones laborales justas, que siguen con la implementación de constantes programas de capacitación, todo con el propósito de ofrecer alternativas de crecimiento personal y profesional para personas en situación de discapacidad.

Con todo esto, la invitación en este nuevo año que comienza - tanto para el sector público como el privado y las distintas organizaciones ciudadanas - es seguir empujando con aún más fuerza este cambio de paradigma en la valoración de las políticas de sostenibilidad, para que juntos podamos concretar una verdadera inclusión laboral para todos y para todas.

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