¿Por qué los autos eléctricos también contaminan?

Progresivamente los vehículos eléctricos se han ido masificando en el mundo, producto de las implicancias positivas que suponen en la reducción de las emisiones de CO2 en el planeta. En Chile, las fuentes móviles son responsables de más del 30% de las emisiones, siendo superadas sólo por las industrias de generación energética (Tercer Informe Bienal de Chile sobre Cambio Climático, 2018). 

Y si bien los automóviles eléctricos no emiten directamente contaminación, lo concreto es que las fuentes generadoras de su energía sí lo hacen. A nivel internacional, en 2015 se constató que el 65% de la energía generada provino de combustibles fósiles, según datos del Banco Mundial. 

La realidad es que los vehículos eléctricos generan indirectamente Dióxido de Carbono, pudiendo incluso alcanzar niveles equivalentes a los de un auto de combustión interna, particularmente en países dominados por la generación eléctrica a carbón, como es el caso de India, China, Australia y Sudáfrica, entre otros, donde los beneficios ambientales de este tipo de tecnología son limitados.

A modo de ejemplo, la emisión indirecta de CO2 de un vehículo eléctrico en India es equivalente a la de uno a combustión interna con un rendimiento de 8,4 km / litro, mientras que en China ese valor llega a 12,7 km/litro (Shades of Green, 2013). 

Por el contrario, países como Francia, Suecia y Paraguay tienen una muy baja emisión de CO2 a través de esta tecnología. Como referencia, un auto eléctrico en Paraguay genera 8 veces menos emisiones de CO2 que uno tradicional (asumiendo un rendimiento de 12 km / litro). En la región también destaca Brasil, con una fuerte participación de la generación hidroeléctrica dentro de su matriz. 

Si bien en Chile aun no existen demasiados antecedentes, a partir del factor de emisiones del Sistema Eléctrico Nacional, se podría inferir - en forma muy general - que un auto eléctrico se encontraría dentro del rango de emisiones medio, generando aproximadamente la mitad de CO2 que un vehículo tradicional. 

En conclusión, si bien el transporte eléctrico tiene un gran potencial para reducir la contaminación ambiental, no podemos desconocer que es altamente dependiente de la matriz energética, lo que no lo hace completamente inofensivo, especialmente en algunos países.

En este sentido, Chile ha ido avanzando hacia la descarbonización, lo que permitirá que efectivamente los autos eléctricos contaminen menos en el futuro.

Sin embargo, esto de ninguna manera contribuirá a la reducción de la congestión vial, que es otro enorme problema que deben enfrentar las ciudades. Lo cierto es que, con el recambio tecnológico, el desafío finalmente es hacer un uso racional del automóvil, ya sea eléctrico o tradicional, fortaleciendo la utilización de modos más eficientes, como es el transporte público.

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