El dictador asistió a la presentacion de un nuevo "destructor" norcoreano: un buque de 5.000 toneladas que, inopinadamente, se volcó en plena ceremonia.
Habrá duras sanciones para los responsables del hecho, que el líder supremo consideró "intolerable" y atentatorio contra la dignidad y prestigio del régimen.
Kim Jong-un, líder supremo de Corea del Norte, esperaba con gran expectativa la inauguración del nuevo destructor naval, un buque de guerra de 5.000 toneladas equipado con misiles nucleares tácticos de corto alcance, que representaba un salto importante en la capacidad militar del régimen.
Según informes de inteligencia de Corea del Sur, la llegada de este destructor fue posible gracias al respaldo de Rusia, a cambio del despliegue de tropas norcoreanas en la guerra en Ucrania.
La ceremonia para presentar el destructor, diseñada como un acto de propaganda de alto impacto, se vio abruptamente interrumpida cuando, al intentar botar el barco al agua, este volcó y sufrió graves daños en el casco, arruinando el esperado debut.
En respuesta, Kim Jong-un emitió una dura condena, calificando lo ocurrido no solo como un grave accidente, sino como un "acto criminal". Reprochó el "absoluto descuido e irresponsabilidad" de los involucrados y aseguró que se trata de un hecho "intolerable" que afecta la dignidad y el prestigio de Corea del Norte.
Además, anunció que los responsables serán sancionados en la próxima reunión plenaria del Comité Central del Partido.
La información sobre el vuelco del destructor fue revelada por los servicios de inteligencia surcoreanos, que confirmaron que la nave permanece volcada en el muelle del astillero de Chongjin.
