Agrupaciones indígenas y sociales conmemoraron este sábado un año del vertimiento de salmones en la costa norte de Ancud, el primer hecho que marcó el inicio de las protestas de la pesca artesanal en la isla grande de Chiloé.
A bordo de un barco de Greenpeace, los pobladores se manifestaron por el abandono en que -acusan- los tiene la autoridad, luego de la tragedia ambiental del año pasado por la marea roja que, según la organización ecologista, asoló la isla de Chiloé, cuando las empresas salmoneras vertieron cinco mil toneladas de desechos tóxicos al mar, lo que causó la muerte de 37 mil toneladas de peces y otras especies marinas el año pasado.
Embarcaciones de pescadores con banderas negras, en señal de luto, navegaron por la bahía de Ancud haciendo un llamado a no olvidar lo sucedido.
"Gracias a Greenpeace que vino a apoyarnos, que como pescadores artesanales siempre hemos carecido de ayuda de los políticos", dijo Jaime González, primer presidente de la mesa de marea roja de Ancud.
"(Quiero) informar a Chile y al mundo -agrega González- de lo que sigue pasando en Chiloé, porque sabemos que sigue habiendo derrames de salmones y nosotros lo sabemos. Lamentablemente la autoridad no hace nada".
En tanto, Ruth Caicheo, vocera de una de las agrupaciones indígenas presentes, recordó que "como comunidades indígenas presentamos una demanda contra el Estado por el desastre que esto ocasionó con la abogada Orietta Llauca, y la verdad es que no nos sentimos ajenos a esta lucha".
"Hemos estado en contacto, trabajando en forma colectiva con muchas organizaciones desde lo ocurrido en mayo del año pasado", antes de lo cual -afirma- "nosotros veníamos anunciando lo que podía suceder con el tema de la contaminación".
En el marco de la campaña para "salvar los mares del fin del mundo" que convoca Greenpeace, Chiloé es una de las zonas del país consideradas de importancia para reiterar el compromiso con el cuidado del medioambiente.
