En conversación con Cooperativa, la directora regional para América Latina y el Caribe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), Marcela Ríos, abordó el rol de las encuestas en la reciente elección presidencial y su impacto en la contienda política.
A su juicio, los sondeos tienen en Chile "un peso absolutamente desmedido" para instalar agendas y escenarios, en un contexto donde no existe ni autorregulación ni supervisión externa efectiva.
Ríos apuntó directamente a la brecha entre lo que pronosticaron las encuestas y el resultado obtenido por Franco Parisi, que terminó muy por sobre lo que anticipaban los sondeos.
En ese punto, coincidió con el diagnóstico del propio candidato: "Parisi tiene razón", dijo, al señalar que las encuestas "no vieron venir lo que está ocurriendo" y que hubo una "amplificación de esta idea de que Kaiser estaba prácticamente empatado con Kast".
Esa sobrerrepresentación, añadió, tuvo efectos concretos: se invitó con mucha mayor frecuencia a Kaiser y a sus adherentes a programas y entrevistas, dando más visibilidad a su candidatura, mientras la opción de Parisi no recibió un tratamiento equivalente. "No podemos especular sobre cuánto impactó eso en el resultado final, pero sí es evidente que las encuestas moldean la agenda y el espacio mediático", advirtió.
La exministra recalcó que el problema no se limita a errores de predicción, sino a la ausencia total de consecuencias: "Cuando las encuestas están muy lejos de los resultados, no pasa nada. Piden disculpas, pero no dejan de ganar dinero ni de hacer más encuestas. Es borrón y cuenta nueva".
En paralelo, criticó que todos los sondeos se pongan "en la misma juguera", sin distinguir calidad metodológica, transparencia o financiamiento, lo que se ve reforzado por la forma en que son difundidos por los medios.
Frente a la discusión sobre la veda de encuestas, Ríos fue tajante: "No tiene sentido levantar la veda si las encuestadoras no están disponibles para algún tipo de regulación externa". Afirmó que, antes de pensar en flexibilizar esa prohibición, se requiere una conversación seria sobre estándares mínimos.
En esa línea, propuso avanzar hacia un modelo similar al de otros países, donde el órgano electoral tiene facultades para monitorear y, en casos justificados, sancionar prácticas que se consideren dañinas para la integridad del proceso democrático.
Ríos insistió en que el debate debe retomarse una vez que termine el ciclo electoral: la velocidad de los cambios tecnológicos y el uso creciente de herramientas como la inteligencia artificial en campañas hacen inviable una regulación basada solo en la buena voluntad del mercado.