El dramaturgo británico Harold Pinter se declaró "conmovido" y "abrumado" por la obtención del Premio Nobel de Literatura 2005, distinción que este jueves fue dada a conocer por la Academia Sueca de la Lengua.
"No he tenido tiempo de pensar sobre eso (el premio), pero estoy muy conmovido. Es algo que no esperaba para nada en ningún momento", señaló a los periodistas que se agolparon en la puerta de la casa que posee en Londres.
Consultado del por qué creía que había obtenido el galardón, el escritor, de 75 años, se limitó a responder: "Eso me pregunto yo".
Algo achacoso y apabullado por los reporteros, el literato no realizó más declaraciones y se recluyó en su domicilio, adonde llegaron varios ramos de flores de felicitación, como uno de rosas blancas procedente del escritor y periodista británico Melvin Bragg.
Algunos representantes del mundo del teatro británico reaccionaron con satisfacción ante la concesión del Nobel a Pinter, artista polifacético que también ha ejercido como actor, director y guionista.
El director teatral Peter Hall, quien trabajó con el galardonado durante 40 años, se declaró "encantado por la noticia" y afirmó que "se trata de un gran premio para un poeta del teatro grande y original".
En tanto Ian Rickson, director artístico del teatro londinense Royal Court, en el que Pinter tiene previsto actuar para celebrar el quincuagésimo aniversario de ese auditorio, comentó que "la influencia de Harold Pinter en el mundo del teatro es extraordinaria", junto con añadir que "su inmersión en el arte y su compromiso con la justicia son inmensos".
La Academia Sueca de la Lengua decidió por segundo año consecutivo dar el Premio Nobel de Literatura a un europeo, distinción que en 2004 recayó en la novelista y dramaturga austriaca Elfriede Jelinek.
En su argumentación, la Academia destacó que el autor británico fue galardonado por sus "obras, en las que descubre el precipicio que hay detrás de los balbuceos cotidianos y que irrumpe en los espacios cerrados de la opresión".
Hace unos meses, Pinter anunció que había decidido abandonar el teatro para dedicarse a tiempo completo a la crítica de la política, aunque reconoció que seguiría escribiendo poemas.
Perteneciente a la generación de los Jóvenes Airados británicos, sus críticas políticas más ácidas de los últimos tiempos se produjeron con motivo de la guerra de Irak, en la que el Reino Unido fue fiel seguidor de la administración estadounidense y su guerra contra el terrorismo.
Del primer ministro, Tony Blair, llegó a decir que era un "criminal de guerra" y de Estados Unidos habló como un país "dirigido por una pandilla de delincuentes". (Agencias)