Roma, el eterno retorno

Un avión pasa sobre el barrio Roma dando inicio a un nuevo día para Cleo. Indígena, cálida, suave, pequeña. En el trabajo de esta empleada doméstica, ella siente amor.

Alfonso Cuarón ha iniciado un interesante recorrido por diferentes arquetipos femeninos en sus largometrajes. Cintas como Y tu mamá también o Gravedad nos han llevado más allá de la mujer sensual o sobreviviente; la búsqueda de libertad y el renacimiento han sido las tensiones en aquellas cintas, y hoy con Roma, el director mexicano avanza crípticamente en el eterno retorno de la identidad femenina.

El eterno retorno de la ilusión, del abandono, del dolor.

Pero aquellos retornos no han sido únicamente parte del relato de esta película, han sido partícipes del relato que ha surgido alrededor de ella, con demostraciones de racismo, clasismo y envidia en parte del medio mexicano.

Porque ya no se trata del personaje Cleo y sus tristezas; se trata de la persona Yalitza Aparicio y sus éxitos.

Al parecer se ha hecho intolerable que una mujer de origen mixteco que recién debutara como actriz en este film y sin estudios de actuación, fuera reconocida por la revista Times como la mejor actriz del año 2018 y protagonice una de las películas con mayores nominaciones a los premios Oscar de este fin de semana.

Como el galán senior mexicano Sergio Goyri, de frondoso bigote y mirada severa, señalando en un audio su molestia de que “hayan nominado a una pinche india” (y a lo mero macho se disculpara en un video expresando su profunda vergüenza), o la reconocida actriz de maléficos papeles en las teleseries de la tarde Laura Zapata, explicando el éxito de Yalitza Aparicio como “la suerte de las feas” o la cantante Yuri, que con una torpeza inusitada comentara que “no importa el físico, es el talento, mucha gente dice que si estás en Hollywood tienes que estar muy mexicana, muy bonita y con un cuerpazo, y ella, es todo lo contrario", o la maestra de actuación doña Patricia Reyes Espíndola, quien la ninguneara al decir “no siento que sea su vocación, es como un momento, un flash”.

India. Fea. Aparecida. O utilizando la jerga mexicana, igualada. Así, Roma se ha convertido en un film que nos ha hablado mucho más de lo que pretendía sobre los eternos retornos en la identidad femenina.

El retorno de la ilusión, en este caso en una docente preescolar ante una nueva experiencia, la actuación.

El retorno del abandono, con parte del medio dramático mexicano despreciando el valor de su trabajo.

Y el retorno del dolor, ya que es indudable que Yalitza,  ha de resentir esta envidia.

Un avión pasará sobre Hollywood dando inicio a un nuevo día para Yalitza. Indígena, cálida, suave, pequeña. En el trabajo de esta actriz, ella sentirá amor. Porque así como Cleo debe iniciar de nuevo, Yalitza también.

Y quién sabe, con una estatuilla de oro en la mano, tal vez.

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