Las reformas nunca se acaban…

Así como reza la canción de Serrat, “A quien corresponda”, ya es hora que nuestro país enfrente decididamente los cambios institucionales que se requieren, o si no vamos a seguir debatiendo reformas que, como dice muy bien Joan Manuel Serrat, “nunca se acaban”. 

En las gestiones políticas que estamos realizando en representación de los Concejales de Chile y en función de las conclusiones del Congreso realizado en Osorno, estamos pidiendo varias reformas a la Ley que permitan dotarnos de mayores atribuciones y competencias para una mejor fiscalización y así cumplir de mejor forma el mandato de los ciudadanos. 

Nos encontramos con muchas dificultades y trabas que nos impiden avanzar,  las que provienen en general de la administración del Estado, porque exigen que los cambios (que muchas veces son administrativos) se realicen vía reformas legales, que son tediosas de tramitar y requieren acuerdos difíciles de conseguir, en un país aún dividido por el pasado. 

Creo que, si de verdad queremos enfrentar los cambios, éstos deben partir de la base política y que en Chile está representada en cada una de las 345 municipalidades, debemos renunciar a nuestras pequeñeces y hacer una cruzada por salir del subdesarrollo e institucionalizar los cambios que necesitamos.

Para eso, se requieren miradas nuevas e ideas frescas que le muevan el piso a la elite dominante. Todos sabemos que la clase política actúa en un “eterno retorno” a los conflictos que nos han mantenido divididos por más de 50 años y que custodian un modelo que no satisface las necesidades del conjunto de la sociedad. 

Vemos como el sistema político se esfuerza cada día por impulsar modificaciones legislativas y reformas profundas, sin embargo, se mantienen vigentes visiones que no representan a un país que mira el desarrollo como una alternativa viable. 

Por el contrario, vemos como aún prevalecen voces defendiendo el peor momento de nuestra historia y no reconociendo los horrores; paralelamente desde otra visión, tampoco se reconocen los errores cometidos y esta dicotomía mantiene a nuestro país enredado en una suerte de “empate” permanente, y no encontrando los mecanismos que nos permitan avanzar. 

Es por esto que no podemos seguir tirándonos tierra a los ojos y debemos resolver las tareas institucionales pendientes, como una verdadera descentralización; enfrentar sin prejuicio, los temas llamados valóricos; avanzar en un sistema de pensiones que no empobrezca a los adultos mayores y cambios que se deben hacer en el sistema municipal, para que los chilenos, no importando el lugar donde nazcan, accedan a servicios de calidad, modernos y oportunos. 

Finalmente, el cambio que necesita el país debe tener como componente esencial la voz de nuestras vecinas y vecinos, que en cada rincón de nuestras comunas luchan por un Chile mejor.

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