Estados Unidos y el capitalismo chino

Estados Unidos fue sin duda el gran artífice de la incorporación de China comunista al mundo global, al capitalismo de mercado y a los cambios que sufrió la economía en el gran país asiático. En ese esfuerzo que viene de la época de Nixon, se hizo caso omiso de la cuestión política y con bastante ingenuidad se pensó que la economía de mercado que China iría adoptando produciría a la par la democratización del país. Tal hecho no ocurrió.

Tampoco previeron que producto de los intercambios económicos China pudiera acumular grandes reservas de moneda norteamericana y a la vez desarrollar empresas transnacionales, las que se han constituido en un grave problema para el propio Estados Unidos, no solo en los ámbitos industriales, farmacéuticos, químicos, automotrices, sino que la amenaza ha llegado al neurálgico tema de las comunicaciones y todo lo que hoy se asocia a ese concepto.

Grandes empresas chinas de tecnología en comunicaciones han adquirido un enorme poder en el gran país del norte y todo su sistema de ciber seguridad, que es parte de la estrategia central del desarrollo estadounidense y base de su posición geopolítica, ve con asombro cómo se infiltra a través de los negocios de las grandes empresas chinas.

Como en Estados Unidos los parlamentarios tienen un enorme poder, grandes asesorías y capacidad de liderazgo desconocidas en el medio chileno el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes ha estimado que la incursión y la actividad en el ciber espacio y en la telemática de las empresas chinas afectan la seguridad de Estados Unidos y han puesto el grito en el cielo para que esta situación termine.

Este es el inicio de un conflicto de grandes proporciones en el mundo moderno. La globalización parece operar razonablemente bien en los ámbitos empresariales, pero en un mundo con fuertes nacionalismos y con imperios políticos que emergen, las materias relacionadas con la inteligencia artificial y comunicaciones se presentan como un problema no muy fácil de resolver sobre todo si se considera que este tipo de actividad representa una forma de instantaneidad global y de penetración desconocida, no sólo por su velocidad, sino por la profundidad que puede adquirir el traspaso del conocimiento a través de las redes.

Probablemente a Estados Unidos no le ha importado tanto desde la Segunda Guerra Mundial compartir sus avances en la materia con Occidente, sus aliados naturales hasta hace unos años.

Hoy día las cosas han cambiado y Estados Unidos parece no estar dispuesto a que empresas que son dirigidas y pertenecen al Partido comunista chino, cuyo ejercicio del poder sigue siendo no sólo secreto, sino no democrático, se hagan cargo o tengan ingerencia clave en la economía y desarrollo del país.

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