Liaoning, el portaaviones chino

En 1973, el entonces Premier Zhou Enlai señaló haber dedicado toda su vida a la política y a las fuerzas armadas, “pero no puedo reconciliar dejar mis funciones al servicio del país, sin que éste cuente con un portaaviones”. Hace algunas semanas, aquella ansiada meta se cumplió para la República Popular China.

A través de la comisión del portaaviones Liaoning, en una ceremonia a la cual asistieron el Presidente Hu Jintao y el Premier Wen Jiabao, China ha fortalecido la conformación de una marina de guerra flexible, multi-rol, preparada para la defensa y protección de los intereses nacionales o en alta mar de la República Popular China (blue water navy), a través de la incorporación de tecnología de punta, operada por parte de oficiales y personal altamente calificado, muchos de ellos con experiencia académica en el extranjero,

El Liaoning ha permitido a China convertirse en el último miembro permanente de la Organización de las Naciones Unidas (los otros son Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la Federación Rusa), en comisionar un portaaviones. La unidad, comandada por un oficial de 43 años de edad (comandante Zhang Zheng), ya forma parte de la flota de la marina del Ejército Popular de Liberación, luciendo en su proa el número 16.

Durante varios años luego de su compra en 1998 por parte de un pequeño conglomerado basado en Hong Kong (Chong Lot Travel Agency Ltd.), a un costo de US$20 millones, el Liaoning (ex Varyag) estuvo sin mayores trabajos realizados mientras se encontraba atracado a uno de los sitios del astillero estatal en Dalián, hasta que a principios del presente siglo se pusieron en marcha los proyectos y estudios requeridos para darle nueva vida operacional a una unidad propulsada convencionalmente, prevista de extraordinarias proyecciones para el análisis/desarrollo/comisión de otros buques de similares características en un futuro.

Se ha señalado extraoficialmente que China requerirá entre 2 a 3 años para tener plenamente operativo al Liaoning, en términos de desplegar en su cubierta a unidades de combate alistadas y con experiencia para desarrollar las misiones que les sean encomendadas. Sin embargo, su sola presencia ya le agrega una potencialidad/ventaja a la marina del Ejército Popular de Liberación a nivel regional.

¿Por qué ahora?

En su tránsito a convertirse en la economía/mercado más importante del planeta, China ha ido gestando iniciativas que son propias de un país que aspira a influir de mayor manera – por medio de liderazgos en diversos campos de acción – en procesos de toma de decisión a nivel global, los cuales crecientemente están requiriendo de una perspectiva que va más allá del unipolarismo o bipolarismo el cual ha primado y que hemos estado acostumbrados como comunidad internacional, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial a la fecha.

El hecho que decenas de miles de jóvenes de nacionalidad china, estén cursando estudios de pre y posgrado en las universidades más competitivas del planeta, con cientos de otros adolescentes chinos aprendiendo y compartiendo en aulas de colegios en Australia, Estados Unidos, Nueva Zelandia y el Reino Unido; que 15 millones de chinos salgan de la pobreza anualmente, aportando con ello hacia el cumplimiento de los objetivos de desarrollo de la ONU; la construcción anual de decenas de puentes (en estos momentos se encuentra en marcha el proyecto que unirá a las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao, con la ciudad china de Zhuhai, el cual requerirá un puente de poco mas de 22 kilómetros de extensión), aeropuertos, miles de kilómetros en infraestructura vial/ferroviaria orientada a potenciar una interacción económica/social interna…

...Y continúa el proceso  con más de 500 Institutos Confucio operando en diversas latitudes, incluyendo en Chile; la internacionalización del Renminbí y los miles de millones de dólares estadounidenses que son invertidos en proyectos de minería, energía, infraestructura, conectividad, en decenas de mercados, con énfasis en África, América Latina y, con la crisis, en Europa; la emisión de programación televisiva en seis idiomas por parte de CCTV International; la organización de los Juegos Olímpicos en Beijing y de una Exposición Mundial en Shanghai.

No hay que dejar fuera el avance de un programa espacial que este año contó con la participación de su primera mujer, la piloto de combate Liu Yang, y la fabricación/lanzamiento/operación de decenas de satélites de uso civil/militar, algunos incluso para países en desarrollo y entre cuyas metas se encuentra la exploración, en un futuro próximo, de la luna, como la puesta en marcha de una estación experimental en órbita.

Y por cierto, la evolución del ethos de la política exterior china, de aquella que se apegaba a los lineamientos de la era de Deng Xiao Ping (“mantener un bajo perfil”), hacia una que procura una activa modernización, regionalismo y nacionalismo, son tan sólo un puñado de ejemplos que grafican cómo la República Popular China está poniendo en práctica una estrategia cuidadosamente evaluada y planificada, en orden a desplegarse e influir con una mayor presencia y voz, en distintos escenarios internos y externos.

Interesante será notar los próximos pasos que irá adoptando la República Popular China en materias asociadas a defensa/seguridad y el despliegue de unidades navales para proteger sus intereses en materia de soberanía, luego de haber comisionado el Liaoning y también  otras unidades de superficie de última generación en astilleros chinos.

Ciertamente, una nueva era se ha iniciado en el Pacífico por medio del izamiento del pabellón rojo con cinco estrellas amarillas en uno de los mástiles de dicho portaaviones.

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