Del brindis de Parra a la Democracia Cristiana

El pasado y el presente no son alternativas válidas. Vivimos pensando en el constante mañana, ese tiempo que nunca llega, pero todos brindan por él, augura El último Brindis de Nicanor Parra. Somos testigos de una profecía, como si se tratara de un homenaje al antipoeta. Se habla en torno al futuro, ese que Chile supuestamente necesita, ese mañana en que la política vuelve a importar. Pero señores, esto no se trata del mañana, se trata del hoy.   

La Democracia Cristiana es protagonista de este mal. Se insiste en el rescate del centro político, como la añoranza de ese electorado olvidado que pareciera estar en un altar cuando se recuerdan las hazañas de la Falange Nacional y Frei Montalva.

También se habla del camino propio como un elemento casi demoníaco, nebuloso. Lograr identidad en un terreno de contradicción pública constante parece haber quedado de lado. Así es difícil hablar de un partido político serio, de futuro y vanguardia. 

Por la izquierda, el Frente Amplio logró su éxito a punta de moral y arrogancia, pero también con coraje desde la juventud, estableciendo un discurso con olor a los años 70s, inspirado en temáticas populares y con soluciones superficiales, pero con rostros jóvenes, mirada fraterna y consecuencia discursiva que bastó para captar la empatía de miles.

Hoy el escenario es distinto para ellos y deberán compatibilizar su discurso rupturista con el siempre complejo ejercicio del poder.

Al menos ahí encontrarán razón para mirar al futuro desde lo inmediato y, si desean persistir en el tiempo, con la búsqueda de la necesaria vocación de mayoría en un escenario político como el actual.   

Clara diferencia con quienes siguen mirando el pasado y no asumen que, tal como dice Parra, “el ayer es ayer y nos pertenece sólo en el recuerdo”. 

Se trata de cómo planteamos soluciones para los problemas de hoy en base a nuevas formas de actuar y pensar Chile. La Democracia Cristiana dejó de soñar, abandonó la fraternidad y la búsqueda de causas en pro de la justicia con responsabilidad y centro en las personas. Así, la izquierda “frenteamplista” hoy representa un ejemplo a mirar con atención. 

Si cruzamos la vereda, en la derecha entendieron el costo de perder el poder. Pese a sus diferencias, lograron unirse y movilizar a miles. Ganaron el gobierno e insistieron en la unidad nacional. Quizás se trata de pragmatismo, pero fueron capaces de establecer una línea programática común y lavar los trapos sucios dentro de la casa. 

Algo que se contrapone a la DC, que ha insistido constantemente en destacar por los medios de comunicación lo que la divide internamente, haciendo vista gorda de la caída sostenida en la valoración de sus rostros emblemáticos y en la votación popular, en la falta de lealtad y constante traición entre “camaradas”.

Cualquier intento por construir un partido de futuro se ve mermado por la imagen pública de división y poca claridad en el actuar. Así, no hay otra consecuencia posible más que caer en la irrelevancia. No hay mensaje claro y mucho menos proyecto real. Se habla de una reflexión programática sin mención alguna a qué es lo que se desea modificar de la tan manipulada “doctrina”. El futuro parece no tener camino claro ni mucho menos prometer su llegada. 

Así también, un elemento central de cualquier visión de partido de futuro debiese contemplar una juventud con convicciones claras y rebeldía consecuente. Para Parra la juventud se trataba de un elemento que ya había quedado atrás, del presente que no existe pues siempre que se le menciona ya ha transcurrido.

La Democracia Cristiana pareciera hacer propios estos versos desplazando a su juventud a posiciones secundarias. No ha existido diálogo real intergeneracional y pareciera que se prefiere replicar la misma lógica de trincheras que caracterizó la política del pasado. 

La Democracia Cristiana ha mostrado en estos meses que probablemente no será capaz de reinventarse desde el mismo espacio.

Parece haber perdido el gusto por revalorar la buena práctica política, destacar la seriedad y formación académica de sus rostros, buscar y levantar nuevas banderas sociales y mirar al futuro. Sin ello, no encontrará sentido de permanencia más que en el anhelado recuerdo de las glorias pasadas. 

Es el momento de cambiar. No permitamos que el presente quede en el pasado y el futuro nunca se acerque al presente.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado