Derechos Humanos, a veces gracias

Jorge Ramírez
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“Candil de la calle, oscuridad de su casa” dice el refrán para referirse a quienes actúan de forma ambivalente y lo que dicen o hacen fuera de su casa no lo practican dentro de ella. Mientras Chile atraviesa por un momento histórico, desde octubre también nos aqueja una cantidad inusitada de violaciones a los derechos humanos, traumas oculares por la violencia policial, represión a las manifestaciones y protestas, y caso omiso del gobierno frente a los múltiples y preocupantes informes nacionales e internacionales que han puesto el grito en el cielo por el estado de salud de nuestra democracia y el respeto de los derechos humanos en el país. 

Como sacado de una realidad paralela, el presidente Piñera expuso ante la Asamblea General de Naciones Unidas dando cuenta de unas acciones inexistentes por parte de su gobierno y una versión del estallido social que sólo puede ser producto de una severa desviación de la realidad. Según su discurso el compromiso en materia medioambiental de su mandato es absoluto: un insulto a la verdad.

Mientras todo el continente lamentaba la decisión del Ejecutivo de no concurrir a la firma del Acuerdo de Escazú para, entre muchas otras cosas, acercar las posibilidades de justicia ambiental al país, el Presidente de Chile le contaba al mundo que está comprometido precisamente con lo que no se ha comprometido.

No contento con lo anterior, también se refirió a su versión del Estallido social de octubre de 2019, un relato cargado de epítetos sin asidero en la realidad y que sólo buscan justificar el nulo compromiso de la actual administración con los DDHH y la incapacidad de un gobierno para velar por los intereses de la ciudadanía.

Al más puro estilo del ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, pareciera ser que para el Presidente mientras más veces se repita una mentira cargada de odio contra la gente y excusas para la represión, esta podría volverse creíble para alguien, como si la comunidad internacional desconociera los informes que manifiestan preocupación por las violaciones  y torturas en Chile, como si el resto del mundo construyera la realidad desde el discurso del presidente con una desaprobación que bordea el 80% y una aprobación de sólo un dígito.

¿La guinda de la torta? Venezuela, como era de esperar, todos los males habidos y por haber ocurren en el país petrolero, Chile podría estar cayéndose a pedazos pero quienes debieran reconstruirlo están más preocupados de profundizar crisis de otros lados en vez de hacerse cargo de la situación preocupante de su territorio.

Lo ocurrido con Piñera en la Asamblea General de Naciones Unidas no puede volver a repetirse, necesitamos autoridades con un compromiso férreo en materia de DDHH.

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