El NO, recuerdos de octubre

Otro mes lleno de sucesos que marcaron el desarrollo de los acontecimientos en nuestro país. Al fin de cuentas lo que llamamos “realidad concreta” no es sino la síntesis del pasado, presente y miradas al futuro que vivimos los individuos y la sociedad día con día.

Es, por ejemplo, mes del centenario del nacimiento de nuestra gran Violeta Parra. La conocí personalmente y la última vez que la vi fue una noche luego de terminada la función en su carpa de La Reina poco antes de su dolorosa partida ; entonces hablamos y al despedirnos firmó mi carnet de militante comunista y escribió allí  “un saludo al camarada Eduardo Contreras".  El allanamiento y destrucción de muebles de mi hogar chillanejo por los militares locales hizo desaparecer ese valioso recuerdo, entre tantos otros.

También estos días nos recuerdan que fue un 9 de octubre de 1967 que fue asesinado en La Higuera, Bolivia, el gran Ernesto Ché Guevara, un héroe de América Latina.

Además el de ahora es un mes importante respecto del misterio que rodea la muerte de Pablo Neruda. Dentro de unos días se realiza en Santiago un nuevo Panel de expertos que reúne a destacados científicos internacionales, junto a varios de nuestro país, para dilucidar de modo definitivo la presencia de elementos tóxicos en el cuerpo de nuestro Premio Nobel que permita  establecer con seriedad si efectivamente el gran poeta fue asesinado o murió de muerte natural.

El reciente procesamiento de varios individuos por la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva, en la misma clínica Santa María y con la presencia al menos de uno o dos de los mismos médicos resulta más que sugestiva.

Fue igualmente en octubre, aquel año 1973, la masacre de trabajadores ferroviarios en la Maestranza de San Bernardo y Cerro Chena.

Sin embargo, aunque no hubo celebraciones especiales, creo que para la mayoría de las chilenas y chilenos de nuestro tiempo  quizás tenga más fuerza la evocación de la victoria democrática del día 5 de octubre de 1988 : el Plebiscito que decidía entre el SI a la dictadura y el NO a ese régimen feroz.

Como han pasado muchos años desde entonces, recordemos que lo sucedido ese día fue una consulta popular realizada en el marco de una regulación legal de la propia dictadura; es decir, una pregunta a la ciudadanía establecida por quienes mediante el crimen habían destruido todo atisbo de soberanía ciudadana y popular.

¿Porqué fue así? Porque al imponer la Constitución autoritaria de 1980, que para vergüenza nacional hasta hoy está vigente, se introdujo disposiciones transitorias que hacían posible esta convocatoria. Tal vez no dudaban los jerarcas de la tiranía que tras años de vivir el país en el marco de su modelo de sociedad, que a ellos les parecía perfecto, el pueblo estaría de acuerdo en que ahora, legalmente, el dictador Pinochet pudiera seguir en el poder hasta el 11 de marzo de 1997.

Podían votar  más de siete millones de personas. Hubo, como se recordará, un  período de campaña publicitaria. Como sabemos, la dictadura fue derrotada en las urnas. Un 43,01 de votos escrutados fue en favor  del SI, de que continuara Pinochet, mientras que el 54,71 de los votos escrutados dijo que NO.

Conforme lo establecido y dado el resultado de la consulta, la dictadura se vio obligada a convocar a elecciones  de parlamentarios y Presidente de la República para el año 1989.

Comenzaría así lo que se conoce como la “transición a la democracia”, a nuestro juicio todavía pendiente. No sólo porque no entiendo una democracia enmarcada en la Constitución de una dictadura sino porque todavía se mantiene buena parte de lo esencialmente antidemocrático del modelo de sociedad  que fue impuesta por el poder de la fuerza material de las FFAA y la fuerza económica de grupos poderosos, bajo la dirección de las autoridades e instituciones de un Estado extranjero y la complicidad de importantes medios de comunicación nacionales.

Nada de lo dicho resta en absoluto su mérito al Referéndum de 1998. Los acontecimientos históricos no son lineales y no puede entenderse el proceso electoral referido al margen de la larga lucha del pueblo chileno, en los más variados escenarios, por derribar a la dictadura. No era precisamente quieto o tranquilo el tiempo y el espacio en que se libra esa contienda con lápiz y papel.

No sólo marchas, resistencia en las poblaciones, propaganda de mil formas para protestar contra el régimen, movilización de masas, reorganización de las agrupaciones del pueblo, expresiones culturales. Mucho más que eso. Había también otras formas de lucha, incluidas las armadas. Un par de años antes, el 7  de septiembre de 1986, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez había intentado, sin éxito, el tiranicidio, una figura que hasta la Iglesia doctrinariamente acepta.

Todavía más, por esos años nadie descartaba la posibilidad de una insurrección. Invito al lector a revisar las declaraciones y consignas de todos los partidos políticos democráticos opuestos a la dictadura, sin excepción, para que no se olvide que era otro tiempo el que corría. Lo más suave proclamado fue la “desobediencia civil”

¿Por qué se aceptó entonces otro camino, habida cuenta que los comicios electorales en el marco legal del régimen implicaba naturalmente asumir  compromisos que saltan a la vista?

De hecho Pinochet siguió siendo Comandante en Jefe del Ejército por varios años y luego fue proclamado senador Vitalicio en patética reunión parlamentaria y de no mediar la querella criminal de 1998 habría fallecido en esa calidad, casi un santo.

Pueden ser varias las respuestas a esta pregunta. Por cierto fue un tiempo extremadamente complejo, difícil, políticamente. No por nada viajó a Chile el Subsecretario para América Latina del Departamento de Estado y se plantearon condiciones para un restablecimiento pactado del sistema democrático.

Aun así, a última hora Pinochet intentó un paso atrás como se evidencia claramente en uno de los documentos desclasificados de la CIA, mérito del investigador estadounidense Peter Kornbluh, y que hoy mismo y hasta fin de año forma parte de una especial muestra en el Museo de la Memoria de Santiago.

Digamos pues que no es posible imaginar o sostener que a una feroz dictadura se la pueda derrotar con una inocente rayita de lápiz. No es serio, no resiste análisis. Pero tampoco puede negarse la fuerza de esa victoria popular, menos en las condiciones que se dio.

El recuerdo es merecido. El triunfo en las urnas de octubre de 1988 constituye un factor de primer orden en el cambio de la situación por más que a la par hayan existido compromisos cuyos efectos todavía perduran y que de paso hacen que esta inacabada transición se parezca mucho, mucho, a la transición española luego de la muerte de Franco.

Un país que hoy vive otro capítulo fuerte de su historia como lo es otro Referéndum, el de Cataluña.

Pero ese es otro tema y da para largo.

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