El paraíso de la mentira

Sergio Velasco
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El  Fiscal Nacional del Ministerio Público, Sabas Chahuan, y el ex Contralor General de la República, Ramiro Mendoza, coinciden en declarar, “Chile no es un país corrupto, pero si existen corruptos a los que hay que perseguir penalmente”. “No podemos cerrar los ojos la corrupción ha llegado“tenemos fortalezas institucionales para prevenir el crecimiento  del flagelo  y detenerlo. El no atender esas señales hace que el flagelo de la corrupción comience a encontrar un espacio cómodo donde asentarse.”

Estas declaraciones de hechos delictivos avergüenzan al país entero.

La propia Presidenta Bachelet, se ha visto involucrada indirectamente por el caso Caval, donde su hijo y nuera, están comprometidos en abuso de poder e información privilegiada. Tomó el toro por las astas, lo despidió de su cargo y enfrentó con decisión los múltiples caso de corrupción, creando la Comisión  Asesora Presidencial contra los Conflictos de Interés y el Tráfico de Influencias  y Corrupción.

Eduardo Engel, fue categórico en señalar  “que las medidas propuestas dolerán, especialmente a los legisladores, que se  verán enfrentados a probar medidas que erradiquen la relación del dinero con la política, acortando sus periodos de reelección.

La Presidenta, lo ha pasado mal, su comportamiento de austeridad y transparencia personal, no está en duda. Es más, ella ha tenido que pagar, con su  capital político, por las responsabilidades  que le caben a alguno de sus Ministros y asesores en la complicidad de emitir boletas ideológicamente falsas, a distintas Empresas, coaptando a la política.

La crisis de confianza en el Parlamento, en el Gobierno  en algunas de sus autoridades, y particularmente en el sector Empresarial, se suma a la de instituciones republicanas como el Congreso Nacional, los Tribunales de Justicia y las Iglesias, que  conforman todo un cuadro peligroso, los que han sido cómplices por error u omisión de delitos flagrantes, condenados de antemano por la opinión pública.

La voz del pueblo, de esa masa ciudadana pasiva, que  hoy se siente atropellada y engañada, despertará airada,  cuya reacción  se hará palpable en las urnas, donde el voto de repudio manifestará el estado de ánimo de los chilenos y chilenas, ante tantos abusos de corrupción.

Las convocatorias,  a marchas ,  protestas  en  Santiago o en las grandes capitales regionales no serán  solamente por las legítimas demandas sectoriales , las voces que se escuchan reiteradamente por la juventud estudiantil, pobladores, artistas o trabajadores, es el grito profundo y unísono que se vayan  los corruptos , estén donde estén, sean quienes sean, definitivamente que se vayan, no se aguantan más.

El famoso y siempre recordado slogan “se podrá meter los pies, pero nunca las manos, hoy por hoy,  es una quimera, las redes de corrupción conformadas para comprar literalmente a algunos  candidatos oficialistas y de oposición por los grandes empresarios, develaron una vez más que la relación entre la política y el dinero cruza por una línea muy delgada, donde caen fácilmente los inescrupulosos.

Las mafias del poder oculto, que han operado  con total  libertad e impunidad,  haciendo y deshaciendo, con los bienes públicos, a su real antojo y amaño,  sin que nadie le ponga el cascabel al gato, no ha sido por la prolija investigación de los organismos competentes como el SII, que nadie se confunda, el destape de estos delincuentes “top ten“se debe a denuncias presentadas en los tribunales de justicias por sus propios testaferros.”

El paraíso de la mentira, tiene nombre,  aunque cueste reconocerlo,  Chile, en materia de transparencia y probidad, ha dejado de ser ejemplo al menos en América latina, del cual antaño nos sentíamos orgullosos, nos podíamos caer o equivocar  en otras materias, pero al menos la fe pública siempre fue una reserva moral intachable.

La votación del primer proyecto sobre la materia en la Cámara Baja, ya demostró todo lo contrario. Es una ilusión, que los diputados  en ejercicio, se disparen un tiro en los pies, jamás legislarán, en una sana dirección y en  una verdadera reforma constitucional que les disminuya sus históricos privilegios. El discurso presidencial del 21 de mayo, será una ocasión propicia para despejar toda duda. Así se comenzará a recuperar la credibilidad perdida.

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