El vitrineo de la derecha para evitar una catástrofe

El comentario realizado hace algunos días por el presidente de la UDI, Javier Macaya, podrá ser un acto político fallido, pero describe perfectamente el momento que vive su sector en el contexto de las elecciones presidenciales de noviembre, más allá de sus posteriores aclaraciones. Macaya señaló que en su sector existe "riesgo de vitrineo hacia la candidatura de Kast", y da en el clavo. Es público y notorio que una parte de la militancia de los partidos de la derecha se dedica por estos días al análisis comparativo y muestra señales de una fidelidad que tambalea.

Síntomas de esta débil identificación con Sichel se observó terminado el primer debate, cuando las distintas familias de la derecha cuestionaron el desempeño de su candidato por haber equivocado "el orden de los factores". Según algunos, el ex ministro del Gobierno de Piñera y ex militante DC habría equivocado el camino, anticipando un llamado a sus electores de segunda vuelta, en consecuencia que antes debería primero fidelizar la votación propia del sector. ¿Cuánto de este reproche responde a la inquietud de cúpulas partidarias tradicionales confinadas a roles secundarios por la crisis del sector?

En cierto sentido, el riesgo de infidelidad ha sido generado por las características del liderazgo de Sichel, debido a que representa una trayectoria atípica, propia de un outsider, en un sector político históricamente fragmentado que, por lo general, se toma su tiempo para construir confianzas en materia presidencial. La división histórica de la derecha chilena en tres matrices ideológicas -nacionalistas, gremialistas y liberales- si bien no puede considerarse una condición sobreviniente, ha significado, en una perspectiva de largo plazo, altos costos de transacción para este sector que requiere cada cierto tiempo liderazgos de corte autoritario para restablecer el orden y los equilibrios internos.

Por otra parte, existe una problemática que excede a Sichel y que se relaciona con el momento que atraviesa la derecha después del estallido social, el derrumbe del apoyo a Piñera, los malos resultados para el sector en el plebiscito de entrada y en la elección de convencionales constituyentes. Estos cuatro momentos consecutivos representaron el agotamiento del ciclo político surgido con las reformas económicas de Pinochet y el fin de las oportunidades para los actores de la transición para renovarse "mirando hacia adelante". Desde ahora, la renovación o adaptación ideológica del sector podría significar "mirar hacia atrás", en búsqueda de aquellos principios fundantes abandonados y frente a un eventual escenario de derrota electoral.

En lo electoral, se trata de un momento crítico para la derecha, comparable con el desastre del sector en las elecciones de 1964, pero con el agravante que además la derecha manifiesta en la actualidad también una profunda crisis de proyecto histórico. En dicho contexto, salir de la crisis se transforma en una encrucijada dramática que enfrenta al sector a una derrota electoral y a una catástrofe en términos ideológicos.

¿Cómo salir de la crisis? No es claro qué el camino sea mirar hacia delante. Probablemente, para aquellos que perciban que no es posible ganar la próxima elección, el desafío en el actual momento sea defender las creencias propias. Y también es posible que para quienes crean que se puede triunfar el 21 de noviembre, la mejor alternativa sea buscar un liderazgo que consiga crecer desde 1,3 a 3,5 millones de votos que podría ser el umbral para ganar la próxima presidencial.

Si las encuestas muestran durante las próximas semanas un estancamiento de Sichel, es posible que crezca la cantidad de electorado cercano a la derecha que entienda que en el contexto de un proceso constituyente en marcha con una clara mayoría de izquierda y frente a un eventual gobierno de Gabriel Boric, lo políticamente conveniente podría ser la defensa de creencias y el combate por las ideas. En este caso, no sólo podría intensificarse el vitrineo en la derecha, sino que además, J.A. Kast obtendría una votación residual surgida por la percepción de declinación del sector, el fracaso ideológico del Gobierno de Piñera y la amenaza a sus creencias fundamentales.

Para aquellos que tienen esta mirada, el ensimismamiento ideológico podría ser la mejor táctica para pasar el mal momento de un sector que se autopercibe colonizado y amenazado por ideas ajenas debido a las exigencias de la competencia electoral.

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