En eso estamos, don Patricio

Ha fallecido don Patricio, el presidente de la Transición se ha dicho, concepto que es difícil precisar y menos establecer sus límites ¿Empezó con el triunfo de Aylwin o con el día mágico de la noche del “NO”? En los primeros minutos, al menos mediáticamente, la noticia de la muerte de Aylwin fue impactante, esperada, pero impactante.

Como que la ciudadanía toda, parafraseando al propio ex Presidente, se ha dado cuenta que una etapa en sus vidas ha finalizado. Algunos anuncian el fin de la transición, otros apenas dibujan una sonrisa para reclamar que aquí el país sigue igual, y el deceso de don Patricio es sólo eso, la muerte de un ex gobernante anciano. Es el primer presidente fallecido en democracia y eso nos permite hacer una reflexión desde la democracia, es cierto con pompa y medias astas pero con libertad de expresión y derecho a disentir. Gran cosa.

Es oportuno por ejemplo tratar de dimensionar exactamente el sentido de esa frase que nunca fue tan pronunciada como hoy “Justicia en la medida de los posible” ¿quedará sólo esa frase en el legado histórico de Aylwin? ojalá que no.

Y el sentido común dice que es difícil analizar esa sentencia fuera del contexto vivido a principios de los noventa. El propio Aylwin en un momento salió aclarar el sentido estricto de la frase pero ¿alguien se acuerda?  ¿Tiene alguna importancia para los miles de chilenos que probablemente (ya sea por respeto, admiración, compromiso político o histeria colectiva mediática) se agolparán al paso del cortejo para lanzar claveles y pétalos al carro mortuorio?

Entonces eran tiempos distintos a los de ahora, por eso analizar con la perspectiva que da el paso de los años y con el prisma de hoy, resulta complejo sino imposible. Discrepo que haya sido el gran estadista del siglo como han dicho algunos, el único Presidente que estuvo a la altura de las circunstancias como dicen otros.

Cada uno en cada momento ha tenido que poner su entera capacidad para enfrentar complejos momentos y demostrado la calidad de muchos políticos en nuestra Historia del s. XX. Por cierto podemos partir con el propio Ricardo Lagos, quizás el último estadista paternal de la Historia Chilena del s. XX, una especie recargada de Arturo Alessandri, Aguirre Cerda, Frei M. y Salvador Allende con sus luces y sus sombras.

Después vino el fin de la transición, el alcachofazo de que teníamos que cambiar, que todo lo bueno del 90 ya no lo era en los 00 y que era necesario revisar (nos). De ahí el éxito del primer gobierno de Bachelet (y de su reelección con marraqueta reformista incluída) y un Piñera cerrando la cárcel vip de Contreras.

Don Patricio bailó con la música que tuvo que bailar y salió bien (al menos no salió mal), tuvo que lidiar con la amenaza permanente de los poderes fácticos atentos en la defensa de sus privilegios, poderes con los que tuvo que negociar con el objeto de aislar lo máximo posible a las FF.AA. de cualquier intento de desestabilización o, lisa y llanamente de un golpe de Estado.

Tenemos que recordar que el General estaba ahí, envuelto en su capa azul, con la mirada socarrona y perversa protegiendo su reino. Gran rol les tocó desempeñar a don Edgardo  Boeninger y a don Enrique Krauss, respectivamente, constituyendo una troika clave de un régimen frágil que requería fortalecerse en las confianzas con los empresarios, la ciudadanía y los sectores demandantes de justicia, de ahí el puente mágico del otro Enrique, que estableció los vínculos entre el empresariado y los sectores progresistas con lo útil que significó en su momento y lo nefasto en sus consecuencias actuales.

Ni lo más grande ni lo más fácil, el gobierno de don Patricio fue como tenía que ser, la bisagra menos rechinante de una etapa que se abría con dudas y temores, desconfianzas y fragilidades, tratando de instalar ciertas verdades que hoy nos parecen obvias, tratando de sonreír cuando todavía era difícil, prometiendo una alegría que había que construir.

En eso estamos, todavía, recién empezando, recomenzando sobre los colores del arcoíris, o quizás tratando de levantar uno nuevo con colores menos gastados, tratando de identificar todo lo bueno que ha pasado para mantenerlo y cambiar lo malo, lo sucio, lo turbio.

Aylwin ya no está, salió de su casa de siempre de Arturo Medina a recorrer por última vez los lugares que le conocieron, reencontrándose con una ciudadanía que aún espera que la alegría llegue, pero que mantiene en vivo la esperanza construida desde el fin de la dictadura, esperanza por un Chile mejor, un Chile de verdad para todos los chilenos.

En eso estamos, en eso estaremos don Patricio.

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