Inmigración, oportunidad de crecimiento e inclusión

El gobierno de Sebastián Piñera, en su versión 1.0, ingresó un proyecto de ley en materia de Migraciones y Extranjería que se tramitó durante algo más de un año sin lograr que se aprobase en general en primer trámite. Hoy, el Ejecutivo resucita la iniciativa que, en lo medular, apunta a convertir el Departamento de Extranjería y Migraciones en una División de Migraciones, pero con ello, no se hace cargo del fenómeno que está enfrentando el país.

Nuestra actual institucionalidad en materia de extranjería, data de 1975 y cuenta con un Departamento dependiente de Subsecretaría de Interior que no cuenta con presupuesto propio. La política migratoria que establece el Decreto Ley 1.094,  crea un sistema de control de fronteras y fija requisitos y modos de conceder visas. En este sentido, dicho D.L. versa sobre turistas y migrantes indistintamente.

En el Chile del 2018, según cifras de las que disponemos, ha habido un sostenido incremento de las personas que tienen permanencia definitiva. De un total de 11.907 en el año 2005, hemos subido a 53.188 personas con permiso de residencia definitiva otorgada en 2016.

Según estas mismas estadísticas, hasta el año 2016 la migración proveniente de Perú, Bolivia y Colombia, da cuenta de un 64,5% del total de población migrante en el país, aunque cabe agregar que la migración peruana está en descenso en circunstancias que la colombiana se incrementa.

Es importante consignar también, que la migración en Chile no se da de forma pareja existiendo mayor concentración de migrantes en la Región Metropolitana y en la Región de Antofagasta. 

Podemos estimar el número de permisos de residencias otorgadas desde el año 2005 hasta la fecha en más de 400 mil personas concentradas en algunas regiones del país y provenientes básicamente de países de la América Latina.

La gran mayoría de quienes buscan quedarse y que finalmente se quedan en nuestro país, son personas en edades productivas que aportan con su trabajo al bienestar colectivo. Contribuyen, de forma significativa, a la producción y crecimiento económico y al sistema de salud y de pensiones. Con su trabajo, pagan arriendos, consumen y pagan impuestos. Gracias a los migrantes, nos diversificamos culturalmente y nos enriquecemos en nuestra alimentación.

El proyecto resucitado por el actual gobierno, propone convertir el Departamento de Extranjería y Migraciones en una División de Migraciones y diversificaría la cantidad de permisos que se otorgan a efecto de considerar la regulación hacia una mayor permanencia de los extranjeros en nuestro país.

Establece asimismo, propuestas de control y distintas definiciones - más actuales y útiles que las vigentes - en relación a una política migratoria moderna.

Es importante considerar la enumeración de derechos que se conciben dentro del proyecto que lo distancia sustancialmente del D.L. 1.094 actualmente vigente. Sin embargo, este reconocimiento implicaría introducir tratos diferenciados entre chilenos y migrantes que no corresponden, más bien lo que importa es que son personas y en condición de tales tienen los derechos reconocidos por la Constitución.

La pregunta que nos hacemos es si el proyecto de ley de migraciones del actual gobierno, que hasta el momento no es más que una resucitación de su proyecto anterior, ¿se hace cargo de este fenómeno migratorio?

¿Estamos, por otra parte, preparados o no adecuadamente para esta realidad?

Soy de la opinión que debemos hacer varias cosas.

Lo primero es dejar de tratarlos como extranjeros y tratarlos como migrantes y como personas. Es una vergüenza que  haya quienes osen preguntarse si deben tener los mismos derechos que los chilenos.

Todos tienen derechos y los migrantes son igualmente personas a quienes debemos reconocer como aportes a nuestra economía y nuestro bienestar. En segundo lugar, debemos propiciar la creación de un Servicio de Migraciones dentro del ministerio de Desarrollo Social, abocado a cumplir la política migratoria y que se encarga de coordinar la colaboración que debe darse a los municipios y gobiernos regionales. Corresponde mejorar y ampliar la infraestructura en salud, educación y vivienda.

En tercer lugar, hay que educar a los chilenos y chilenas y preparar a los ciudadanos para recibir a los migrantes, enseñar su idioma, promover intercambios y en general, conocerse más. Hay que depurarse de los prejuicios y temores y avanzar más bien en dirección a construir confianzas.

Hay que preocuparse en especial de niños y mujeres, contribuir a su inclusión y apoyar su reconocimiento.

Debemos reflexionar sobre el reconocimiento de estudios y en concreto ver cómo los profesionales extranjeros pueden convertirse en un aporte eficaz, real y pronta a la comunidad donde se integran.

Por último, promover políticas que reconozcan derechos políticos y deberes de participación de los migrantes en nuestro medio. Esto es importante a efectos de completar su incorporación a nuestra vida diaria.

Creo que el proyecto es una oportunidad de contar con una buena política migratoria, corregir sustancialmente lo que hoy hay y espero que el gobierno se abra a perfeccionarlo.

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