Inmigrantes y sociedad

Cristopher Noack
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Durante los últimos años, Chile se ha erigido como un bastión económico y símbolo de estabilidad en Sudamérica, convirtiéndolo en un polo migratorio atractivo por las oportunidades y mejor calidad de vida que pueden brindar, por ende, la sociedad chilena se ha debido adecuar a una serie de cambios pasando desde lo social, económico y cultural.

Puntos en los cuales se han manifestado de diversa forma, pero lo cierto es que los procesos de cambio social han hecho que sea necesario desmitificar una serie de elementos que grupos de diversas tendencias han puesto en la palestra nacional. ¿Es la migración un factor de riesgo o preocupación en la sociedad chilena?

Peruanos, colombianos, bolivianos, venezolanos, haitianos junto con otras nacionalidades latinoamericanas, son las que lideran las solicitudes de residencia en Chile según cifras del departamento de extranjería respecto a una variación entre los años 2013 y 2016.

Sin embargo, en el año 2017, son los venezolanos quienes lideraron de forma absoluta estas solicitudes de residencia, dada la precaria situación por la que atraviesa Venezuela producto de factores políticos, situación migratoria que hace que las razones por las cuales se emigra, sean más bien por un estado de necesidad que por obtener un mejor status o calidad de vida.

Partiendo por el hecho de que contamos con una ley obsoleta y mal construida, formada por un principio proteccionista en un Estado de facto y poca claridad democrática. De ahí el origen de su rigidez y poca providencia, a eso debe sumársele la masiva llegada de migrantes de las nacionalidades anteriormente mencionadas, por lo tanto, el atasco producido en las instituciones pertinentes era algo esperable.

Además, la voluntad legislativa se ha hecho presente de forma intermitente y poco participativa, siendo los principales afectados, obviamente los inmigrantes.

Ahora, dentro de todos estos elementos, hay que preguntarse, ¿está Chile preparado para recibir a tal cantidad de inmigrantes?  Es ahí donde cabe detenerse y hacer un análisis un poco más fino respecto a la situación planteada.

En Chile siempre ha existido un temor a lo nuevo, a lo distinto, a los que no piensan igual a nosotros, a los colores de piel y a los acentos, sin embargo, hay un factor que se ha pasado por alto, y es el factor positivo que prima por sobre el negativo, los prejuicios.

La población inmigrante viene en promedio de tiempos de estudio más capacitada que la población chilena, no obstante, es común ver a profesionales como médicos, fregando platos en un restaurant, o ingenieros trabajando como choferes de Uber como también a abogados como cajeros de supermercados.

Es precisamente la pobre integración profesional como cultural, lo que hace preguntarse, ¿por qué se hace tan difícil poder validar el título y ejercer con el mismo en Chile?

Esta semana, se ha dado a conocer una nueva modificación a los procesos de visa, específicamente para los ciudadanos venezolanos y haitianos, respecto a las nuevas visas de “Responsabilidad Democrática” y visa “consular” correspondientemente, como una forma de destacar la alta demanda de las visas y poder hacer más ordenado el proceso de las mismas, aunque cabe hacerse la pregunta, en un gobierno que hace cada día lo imposible para que sus ciudadanos puedan migrar en busca de un bienestar para sus seres queridos, ¿habrá sido la mejor opción la adoptada por el presidente Piñera eliminar y sancionar el método antiguo en pos de un reordenamiento inmigratorio?

Sea cual sea la respuesta, solo cabe concluir que los “nuevos chilenos” hijos de extranjeros nacidos en suelo nacional, nutridos de la idiosincrasia chilena, mezclados con los sabores, ritmos y alegrías de los pueblos vecinos, podrán desarrollarse y vivir en la paz que todo ser humano merece.

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