La crisis política de la derecha

Mariano Ruiz-Esquide
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Uno de los temas centrales de la discusión política ha sido la situación que vive la Derecha chilena.  No es la única alianza que la  vive porque  la Nueva Mayoría  y la Izquierda más radical también tienen graves problemas de ordenamiento y comunidad de programas y acciones comunes. 

Tampoco es novedoso  porque desde 1946 – 48 cuando se rompe el  Partido Conservador se precipitan las fracciones y los desacuerdos políticos de fondo.  Esa ruptura tuvo   3 características muy especiales que no se volvieron a repetir. 

La primera fue que de ella surgió, junto a otros factores,  la Democracia Cristiana con una fuerza no conocida en América Latina .  La otra característica, tampoco repetida, fue que la ruptura tuvo un sello progresista dejando a los tradicionalistas en la minoría ciudadana. 

Finalmente, fue una ruptura auténticamente doctrinal e ideológica, respecto a la doctrina  social de la Iglesia  y la contigüidad y presencia política del Partido Comunista.  Nada de ello se volvió a dar. 

La segunda gran crisis  fue en 1964 -65, cuando tras el desastre  electoral se disuelven  los partidos políticos conservador y liberal y dan origen al  Partido Nacional suma de ambos y sectores pro nazis y de fuerte influencia gremialista con Onofre Jarpa.  Una nueva división (3ra) da origen a la UDI inicialmente franquista y Renovación Nacional con características muy lejana de los anteriores resabios del viejo liberalismo y de carácter menos doctrinal y más pragmático.

La  cuarta y última crisis es la actual de siete partidos, multiplicados y estigmatizados entre ellos. Las características de esta dispersión es el retorno, curiosamente,  al sello progresista  de 1946, pero sin el gran contenido doctrinal de Cruz-Coke. 

El destino de Chile Vamos se juega en las elecciones municipales, pero su prueba de juego será su capacidad de coordinar favorablemente su desafío presidencial.  Pero lo históricamente notable es que esta disgregación se produce inmediatamente después de un periodo presidencial democrático en  53 años y espero no repetible cercanamente.

¿Sectarismo? No. Simplemente un análisis realista de lo que pienso mejor para Chile.  Tan claro es este punto de vista que me preocupa si la Derecha política democrática se pulveriza porque primará la derecha económica que no es lo mismo en su frialdad, egoísmo y ambición de riqueza imaginable.

Quiero derrotar a la derecha, pero no quiero arrasarla.   Quiero que no llegue al poder pero no quiero que desaparezca.

He cuidado por 60 años para que triunfe el progresismo racional, ordenado, éticamente limpio, y seguiré haciéndolo, pero no concibo  al país sin una derecha armónica y sin propuestas.

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