La revolución necesaria

Mariano Ruiz-Esquide
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Hacía muchos años que los jóvenes no se expresaban en la magnitud de esta semana. El objetivo central han sido los cambios que requiere la educación chilena. Estos cambios son planteados desde la perspectiva general de la educación y muy específicamente de la Educación Superior.

La educación, ha sido desde hace muchos años el tema central en el país a través de los distintos gobiernos, ya que cada uno de ellos ha tenido una impronta distinta, en algunos casos en alguna línea de continuidad y en otros casos con cambios bruscos y a veces contradictorios con lo sucedido anteriormente.

Eso, ha marcado un avance importantísimo al punto de llevar a la educación chilena a ser una materia principal en comparación con el resto del mundo latinoamericano y aún con el europeo.

Ha sido también, un elemento de larguísima discusión y efervescencia donde se cruzaban materias filosóficas, económicas, política y aún de libertad y de conciencia en muchos aspectos.

Lo que sí debe destacarse, es que nadie puede negar que su valor esencial haya sido en el tiempo la movilización social que ella ha producido y así se le avizora en la larga historia de nuestra república.

Hoy, los tiempos son distintos y el mejoramiento técnico y estructural tiene una tremenda importancia, como lo tienen la capacidad de crear oportunidades para los jóvenes, tener la cobertura suficiente, ampliarse hasta los lugares más lejanos y más pobres hasta llegar a la universalidad del 97%.

Hoy, es también el requerimiento de una calidad suficiente e igualitaria basada en el libre acceso y en el mérito de los estudiantes.

Sin embargo, también la tremenda diferencia de ingreso en el país, abre una interrogante y una exigencia porque ello repercute categóricamente en las condiciones en que se plantea la educación privada y la educación pública.

Mi planteamiento ha sido siempre claro.

La educación pública debe desmunicipalizarse porque en 30 años ha sido un real fracaso y reemplazarse por una educación como responsabilidad esencial del Estado de manera desconcentrada y con recursos suficientes pero, regentada por regiones o zonas o macrozona a través de los representantes regionales del Estado, la organización de profesores, los representantes de los padres y apoderados y los representantes estudiantiles de los últimos cursos.

Los establecimientos de educación básica y media cuya administración se ha mantenido por años entre privados subvencionados y privados-privados, deben ser reformados en su integridad para hacer desaparecer el lucro inadecuado e impropio de un establecimiento educacional y con garantía que los recursos del Estado van a ser bien administrados a diferencia de lo que hoy sucede.

La Educación Superior debe ser entregada por establecimientos de alta calidad lo que exige una acreditación estricta y si es necesario eliminando establecimientos que no contribuyen a los que el país espera para que aporten a la excelencia de la inteligencia.

El Estado debe hacerse responsable claro y directo del funcionamiento de las universidades estatales y el sector privado debe encuadrarse en lo que son las grandes líneas del desarrollo chileno.

Finalmente, se hace necesario que sea la educación en todos sus niveles el auténtico formador de nuestros jóvenes.

Se hace indispensable, además, cambiar el mecanismo de financiamiento porque ningún alumno puede egresar de la universidad o centros de formación técnica con una deuda que le eclipsará su vida profesional por 20 o 25 años.

Este es nuestro desafío de hoy.

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