La venganza de la UDI

Más que con jet lag por el largo vuelo desde Japón -que se barajó como posible excusa para justificar su inasistencia al Consejo General de la UDI, después del impasse por la salida de Rodrigo Álvarez-, Piñera llegó aI cónclave del partido más grande de Chile con calculadora.

Aunque el vocero de gobierno había puesto en duda la presencia del Presidente ante unos 400 dirigentes del sector gremialista por problemas de agenda, en su rápido cálculo, Piñera no podía ausentarse del cónclave que inauguraba la gestión de la nueva mesa de la directiva encabezada por el diputado y ex Presidente de la Cámara, Patricio Melero.

Imposible, después del efecto dominó que generó la acción de Hinzpeter para destrabar el conflicto de Aysén.

La renuncia del entonces ministro de Energía, Rodrigo Alvarez, no sólo instalaba la preocupación de las empresas por la falta de continuidad de la política energética con el paso de cinco jefes de cartera. Y de la Comisión de Energía del Senado porque el ex subsecretario y actual Ministro interino, Sergio del Campo, estaría inhabilitado de participar de la discusión eléctrica por conflictos de interés.

El problema superaba con creces el ámbito sectorial. El principal efecto de la acción de Hinzpeter, que para salvarse a sí mismo de una acusación constitucional no dudó en superar su propia doctrina de orden público, era la posible venganza de la UDI.

Piñera necesita al partido gremialista para aprobar la reforma tributaria y la ley antidiscriminación, bandera a la cual su administración se ha arrimado con fuerza tras la brutal muerte de Daniel Zamudio, porque podría traerle réditos políticos en medio de su sostenida baja popularidad.

Tras asegurarse de que sería bien recibido por militantes posiblemente ofendidos por el ninguneo de su gobierno a Alvarez y secundado por Chadwick y Longueira, el Presidente que doctrinariamente se siente más cerca de la DC que del gremialismo hizo de tripas corazón y no sólo asistió al encuentro, sino que en su discurso dijo lo que la UDI quería oír, especialmente en materia valórica.

Piñera reiteró su oposición a cualquier tipo de aborto. Ello, aunque la mayoría de las mujeres esté a favor del terapéutico y a pesar de que se dé la paradoja que las mujeres del siglo XX tuvieran más derechos reproductivos que las del actual.

El Presidente agradeció el apoyo de los ministros UDI del gabinete, incluyendo al saliente Álvarez, que entendió la señal como “un reconocimiento y agradecimiento a toda la UDI” y que Melero tradujo como un “futuro trabajo conjunto en armonía”.

A cambio, Melero –a quien el Presidente del PS, Osvaldo Andrade, ha calificado como falto de poder político, salvo por la presencia de Novoa en la directiva- retrasó la definición presidencial para después de las municipales (a pesar del “se siente, se siente, Longueira Presidente” que resonó entre los asistentes), condenó “todo tipo de discriminación y odio que conduce a la violencia” y no incluyó la reforma tributaria en el voto político del Consejo General, porque no genera consenso al interior de la colectividad.

El ex Presidente de la Cámara de Diputados fue enérgico en respaldar la gestión económica del gobierno y desafió a la oposición a mostrarle en 24 horas otro país que haya alcanzado los mismos logros en dos años; también en criticar a la “Concertación que junto al PC se han convertido en lastimosos seguidores de cuanto movimiento social existe”; y le explicó a Piñera que “lo atacan porque está cambiando Chile y todo cambio que derrumba privilegios genera iniciales resistencias”.

¿Se referirá Melero a los privilegios de la propia UDI, que ha logrado un sitial mayoritario en la política chilena gracias a un sistema binominal que no está dispuesto a cambiar?

La Unión Demócrata Independiente (que dicho sea de paso no elige democráticamente a sus autoridades internas), persistentemente ha bloqueado los cambios que buscan, justamente, derrumbar los privilegios.

Las ventajas y beneficios de una clase política que se resiste a abrir el sistema a nuevos actores fuera de los bloques (sistema binominal); de los más ricos que eluden y evaden impuestos (reforma tributaria); de quienes buscan someter el cuerpo de las mujeres como si fueran un mero envase (aborto terapéutico); de aquellos que mantienen cónclaves autoritarios (Constitución Política); de los que creen que los chilenos tienen que demostrar que lo son (voto de los chilenos en el exterior); de los que se consideran  superiores en derechos y creencias (ley antidiscriminación).

La calculadora de Piñera logró neutralizar la potencial venganza política de la UDI, por ahora. Lástima que la ciudadanía no haya logrado evitar su venganza contra ella misma y la democracia, durante todos estos años.

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