Las señales de la abtención

La gran abstención que hemos tenido en las pasadas elecciones municipales, nos lleva a preguntarnos por sus causas. No hay un estudio acabado, pero he conversado con muchas personas al respecto y las respuestas son muy variadas. Sin embargo, creo que todas se sintetizan en tres aspectos, desinterés por participar, insatisfacción por los candidatos y un castigo a la política. A veces es una u otra y también para algunos es más de una causalidad.

El desinterés en participar.

Este fenómeno nace de la falta de una cultura cívica en la población, especialmente joven, donde no comprenden el sentido y el valor de actuar como elector. Consideran que su voto no tiene mucha importancia, señalan que el participar o no participar no afectará en nada su vida futura y en definitiva no tienen una motivación para hacerlo.

Por lo mismo, en estas elecciones muchos, hasta el último momento, no sabían por quién votar. En torno a los alcaldes tenían relativa claridad, pero muchos no tenían claro por quién hacerlo como concejal. ¿Desinformación? ¿Desinterés? ¿Falta de propaganda? Es un tema sobre el que hay que ahondar.

Todo esto en medio de una sociedad donde se amplifican los derechos y se desdibujan los deberes, un tremendo daño que se hace al país y que algún día valoraremos en toda su dimensión.

Insatisfacción por los candidatos.

También se da claramente un malestar en relación a los candidatos. Por una parte, están las comunas donde se presentaron algunos que estaban cuestionados en su honestidad y tampoco gustaba la o las alternativas propuestas. Los partidos políticos justificaban, que estaban en la papeleta porque no habían sido aún formalizados.

Sin embargo, había algunos que venían con un largo curriculum de cuestionamiento al respecto, se les hizo presente a los partidos e igual insistieron en ellos. Quedó en evidencia que la comunidad castigó a la gran mayoría de este tipo de candidatos. Pero, cuando producto de su tendencia política, consideraban que no había alternativa, no tenía sentido votar.

Otros manifiestan insatisfacción porque los candidatos aparecen negando su identidad política al no reflejarla en su propaganda y disfrazándose de independientes. La comunidad percibe que cuando ganan, siguen más las instrucciones de sus partidos que los intereses de sus votantes. De alguna manera se sienten que tratan de engañarlos y por ello prefieren no manifestar una preferencia porque los ven a todos iguales.

Quizás una muestra más de este castigo es que el partido ganador de estas elecciones fue el de los Independientes con 81 alcaldes que les permite controlar el 31% de los municipios del país y obtener el 23,5% de los votos. El partido que obtuvo mejores resultados solo alcanzó el 9% de los votos y 39 alcaldes.

Se da el caso también de localidades donde el triunfo de un determinado candidato era evidente. En tal situación siendo carrera corrida, no valía la pena votar.

Mucho se ha hablado de las primarias, pero no todos están conformes, porque han podido comprobar que ellas generalmente favorecen a las mejores maquinarias políticas y no necesariamente a los mejores candidatos. También han percibido que, en algunas localidades, especialmente donde los alcaldes iban a la reelección, éstos propiciaban que sus seguidores o funcionarios remunerados por ellos y no inscrito en partidospolíticos, votaran por el candidato que les podría complicar más su reelección, para así sacarlos de la competencia.

Castigo a la política.

Al respecto hay un verdadero prontuario muy largo de considerar, como todos ya lo conocemos no vale la pena repetirlo aquí. Solo señalaremos algunos que nos parecen pueden justificar mejor la no participación electoral.

El principal es que consideran que los políticos se sirven de la política más que efectivamente servir a sus electores. Esto especialmente lo ven en quienes han hecho de ella una profesión y viven desde siempre de ella. Consideran que estos políticos hacen todo lo posible por perpetuarse porque es la única pega que saben hacer.

Para ello recurrirán a todo con el fin de no perderla y por ello aún sigue congelada en el congreso, la ley que pone límites a las reelecciones. La gente considera que no la quieren aprobar para no perder sus privilegios porque saben que con ella habrá mayor número de actores, nuevos rostros y por lo mismo ya no servirá de mucho el clientelismo político que hoy utilizan, porque sí o sí tendrían fecha de término.

Los electores están cansados de sentirse usados y consideran hoy que tienen mayores herramientas para participar directamente. Sienten que el gobierno le hace más caso a los que gritan más que a los que tienen mayores derechos y necesarias justificaciones para ser escuchados. Porque no siempre la voz de la calle es la sentida mayoritariamente por la población. Son muchos los que viven entre el trabajo y su hogar en una lucha por sobrevivir y pagar sus deudas. Por lo tanto, no tienen tiempo para ir a expresarse en marchas, mítines o reuniones.

Es por ello que urge una nueva política, adecuada a nuestro tiempo y al sentir y pensar de la población mayoritaria que hoy no participa en las elecciones. Hay que utilizar más y mejor las redes sociales para la participación, e internet para una necesaria y urgente modernización del sistema electoral.

Necesitamos generar una sociedad más integrada y para ello, junto con mayor justicia, y equidad social es preciso construir una nueva democracia acorde a la realidad y las tecnologías del siglo XXI. Naturalmente este es el camino largo y fecundo, el otro que no resuelve los temas de fondo, es volver al voto obligatorio.

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