No hay “antes” ni “después” en el terrorismo

Sergio Canals
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O algo acerca de lo “in humano”.

Respecto al terrorismo, creo que no existe un “antes y un después”, ni menos definiciones retóricas que pretenden abarcar el fenómeno de la violencia dirigida intencionalmente a hacer sufrir y/o causar la muerte de otras personas inocentes destruyendo el bien personal y el bien común.

Lo que hoy nos sucede, corresponde a la evolución natural –que a veces puede ser catastrófica-, de nuestra larga historia de desprecio del otro y, su valor y dignidad absolutas cómo ser humano, especialmente si son más débiles y distintos.

En la medida que desaparecen las grandes revoluciones y su poder radicalmente transformador (y muchas veces destructor), cobran vigencia desoladora las “guerrillas irregulares” asimétricas, urbanas y rurales, y renacen con nueva fuerza los métodos terroristas de lucha, contra lo que algunos consideran estructuras y formas de poder hegemónicos e injustos.

De esta manera se juntan “dementes” y lúcidos, anarquistas y “anti sistemas”, integrados y marginados, neo-revolucionarios y posrevolucionarios radicalizados, que bajo la consigna de ideas y creencias sobrevaloradas y visiones idealizadas sobre la capacidad de la destrucción para lograr un renacimiento y una reconstrucción mejorada o purificada (a veces religiosas), no dudan en practicar la violencia “fría y depredadora” que realizan placenteramente los animales, pero ellos, sólo para alimentarse y casi nunca con los de su especie.

Poderes y contra poderes, contra poderes y poderes, terminan muchas veces por enlazarse en luchas de hermanos donde al desaparecer la compasión, la bondad y el altruismo, terminan configurándose cómo un tejido inseparable, donde la mayoría de las veces, se hace muy confusos los límites entre lo “bueno” y lo “malo”.

Nunca, el asesinato, la tortura, el daño y el sufrimiento del otro, podrán tener la categoría de lo bueno ética y moralmente, salvo que el valor absoluto, presente y futuro de la vida y la persona, sean barridos por el magma difuso e informe de lo relativo.

El bombazo de Las Condes, sí es equivalente a lo que sucede diariamente en las poblaciones, con su triste record de muertes de niños, adolescentes y personas que también “son inocentes”, por las balas “locas”, los “ajustes” por drogas, y la acción de sicarios y verdugos.

También estas acciones generan temor e inseguridad en la vida cotidiana, que a veces al Estado, parecen importarle muy poco. Es violencia terrorista, cómo la que termina con la vida de ancianos, agricultores y sus bienes materiales, de chilenos mapuches y de policías en el sur y las ciudades.

También los grandes robos, junto a la conducta anti ética y corrupta en el mundo económico, generan inmensas inseguridades y temor en la población, debido a la acción de estos ¿“terroristas económicos”?

Sólo el hombre tiene el dudoso “privilegio” de “comerse” y matar a su especie, real y simbólicamente, mientras habita en el territorio de una frontera oscura y luminosa, transparente y opaca, donde lo que nos hace misteriosa y maravillosamente humanos, también nos desgarra con lo que nos hace dolorosamente,¡¿inhumanos?!

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