Piñera pierde el pelo, pero no su estilo

A principios de año Sebastián Piñera pregonaba  que, como todos los demócratas del mundo, apoyaba la liberación de Venezuela. Hoy, a meses de esa flamante retórica de la liberación, me pregunto… ¿qué sabe de democracia este empresario?

Mientras cursaba un ramo de Teoría Política, el profesor nos preguntó si acaso Chile, podía ser objeto de una revolución como la cubana; antes de recibir una respuesta probablemente errónea, respondió rotundamente: “No…sin selva, no hay revolución”.

Años después, el Presidente Piñera, daría el inicio al “Comando Jungla”, grupo especial de Carabineros, paradójicamente preparado en la selva colombiana, para combatir el supuesto terrorismo en la Araucanía. Luego matarán al comunero mapuche Camilo Catrillanca, se dirá que aquellos que cometieron errores (no horrores) asumieron su responsabilidad y  que no existe responsabilidad política involucrada en el asunto.

El lunes fue un buen día, la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados, órgano de control político,  reconoció la responsabilidad de la autoridad en los hechos que rodearon la muerte del joven mapuche, particularmente en la falta de control del Ministro y el Subsecretario sobre las policías.

Además, extendieron la responsabilidad a todas las autoridades que históricamente han hostigado y criminalizado a esa comunidad. No hay dudas que esas conclusiones, simbólicas,  dan esperanza, certeza e incluso tranquilidad a la ciudadanía, pues comprueba la existencia de un sistema de control equitativo entre los poderes del Estado.

No obstante lo anterior, esa certeza, esa confianza, y esa tranquilidad, duraron menos de veinticuatro horas.

La pequeña conquista democrática; la teoría de los frenos y contrapesos manifestada en su mínima expresión; el derecho ciudadano de apuntar con el dedo a los responsables de la muerte del joven mapuche; aprovechar su muerte para reconocernos objeto de represión continua y exigir un cambio; la alegría de decir las cosas por su nombre; reconocer en la sangre y en la carne la ausencia de justicia (y exigirla)… todas esas, eran posibles consecuencias de asumir con seriedad las conclusiones del Informe de la Comisión. Sin embargo, el Presidente no tardó en arrebatárnoslas, por  salir en defensa de su primo, el Ministro.

Sí, el titular del poder ejecutivo, se mostraba  a sus anchas, deslegitimando las  conclusiones de la Comisión, diciendo públicamente que sus conclusiones equivocaban a los responsables, porque “los responsables fueron los que dispararon y no el Ministro”… curiosa defensa del Presidente, y curioso ejemplo de respeto frente a una institución democrática como esta comisión investigadora.

Estas patéticas declaraciones me hicieron recordar un reciente caso de vulneración de derechos fundamentales, sobre el cual, un trabajador discapacitado, había sido discriminado por uno de los gerentes de la empresa que integraba.

El dueño de la empresa se justificó diciendo que “el gerente no tenía habilidades blandas, y que por ello la empresa no era responsable de los actos cometidos en contra del trabajador”. Notable y conveniente ignorancia del empresario frente a la ley, muy parecida a las alegaciones propuestas por nuestro Presidente; con la diferencia que las del Presidente, acentúan nuestras deficiencias democráticas y a pesar de lo grave que ello significa, no acarrea consecuencias de ningún tipo.

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