Recuperar la confianza para salvar la democracia

Cristián C Quinzacara
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En estos días de crisis, el presidente ha anunciado una “nueva agenda social” para dar respuesta a las demandas más urgentes. También hizo un cambio de gabinete para conectarse de mejor manera con la ciudadanía. Por su parte, los proyectos de rebaja en la dieta parlamentaria, disminución de parlamentarios, disminución de la jornada laboral, junto a la agenda social del ejecutivo avanzan en sus tramitaciones en el congreso con una celeridad pocas veces vista.

En el caso de los (grandes) empresarios, hemos escuchado del presidente de la Confederación de Producción y Comercio (CPC), su disposición a discutir las reformas que ayuden a mejorar el clima social del país, e incluso Andrónico Luksic ha hecho un llamado al gremio “… que  los que podemos ayudemos a pagar la cuenta (sic)” abriéndose a la idea de mayores impuestos a los más ricos.

Sin embargo, pasan lo días y la crisis no da muestras de amainar. Una simple discusión entre amigos, o bien una revisión de la prensa o de las redes sociales muestra de inmediato signos de lo profunda que es la crisis. Todo el mundo duda de la legitimidad de cuanto anuncio viene del gobierno, parlamento, partidos políticos y por supuesto del gremio de los grandes empresarios ¿Pero porqué? 

En la calle una de las palabras que más se repite es “abuso”. Es como si una gran parte de Chile hubiese sido engañado, estafado y maltratado sin pudor y menos aún justicia.

Los “delitos de cuello y corbata” han llevado a la ciudadanía a tal punto de desconfianza que ya no cree (¿creemos?) nada de lo que dicen políticos, jueces, empresarios ni fuerzas armadas y de orden.

Si queremos avanzar, es cada vez más necesario hacer algo urgente en pos de recuperar la confianza que permita sentarnos a conversar sobre las reformas que Chile necesita, sin estar pensando “en dónde está la letra chica”. 

Quizá una agenda corta ”antidelincuencia de cuello y corbata” que tipifique como delito y castigue con cárcel los hechos que menoscaban la confianza en las instituciones del país (corrupción, cohecho, malversación de fondos, colusión, evasión y elusión tributaria, etc.) podría marcar un hito que conduzca a la ciudadanía a dar un nuevo voto de confianza. En caso que la confianza no se recupere podría llevar al país por un camino que no queremos recorrer.  

Es sabido que una crisis de “legitimidad”, o de confianza como prefiero denominarla, es un terreno fértil para extremistas y caudillos. Una ciudadanía hastiada de los de siempre puede caer fácilmente en las promesas de un mundo ideal de quién cuente con el arte de la retórica y la seducción de las masas. Por favor no caigamos en esto. 

¡Ahora es el momento! La clase política en pleno debe hacer un “gesto” para ganarse la confianza de los ciudadanos, un “gesto” en busca de una mayor probidad de quienes dirigen las instituciones de la república. En resumen, un “gesto” que permita salvar la democracia.

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