Un decálogo político tentativo

Mariano Ruiz-Esquide
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El tema central de las críticas a la política en los últimos años se relaciona con la pérdida de la ética en su actuar y en su vivir. Comparto este juicio y por ello me excuso de insistir en el análisis de ese aspecto del debate nacional.

Hoy lo traigo a la luz de dos planteamientos pontificiales. El primero es que la política es una actividad humana llena de servicio al ser humano solo superada por el ejercicio religioso. El segundo es que su ejercicio depende directamente de la conducta de quienes la ejercen por lo que no hay dos parámetros privado y público.

Si eso es así ¿cuáles son los mandamientos y en qué orden de prioridad? Me atrevo a enumerarlos pero su prioridad queda en manos de nuestros lectores. En tiempos de tanta encuesta valdría la pena dar opiniones.

1. Consecuencia en lo que se habla, se escribe y se vive y no es aceptable la letra del viejo bolero “soy como soy y no como tú quieras”. Esta exigencia no permite el transfuguismo, es decir, me elijo por el partido A y luego me voy al partido B. Hace unos años me rechazaron un proyecto que en ese caso el que hacía ese cambio perdía el cargo si ocupaba un sitial por elección popular.

2. Disciplina a través de organismos regulares y de previa constitución. Una variable de lo anterior.

3. Hoja de vida como medición de su trabajo por su organización. Es la concreción de la meritocracia para recibir candidaturas y honores.

4. La verdad siempre, entendida como toda la verdad y no como verdad a medias que es una mentirijilla.

5. La fraternidad entendida como el respeto a todos los camaradas y compañeros y también adversarios aunque piensen distinto.

6. Respeto por el diálogo y el debate desechando la violencia verbal o física expresado en las palabras de Unamuno en el paraninfo de la universidad de Salamanca “al general de la muerte, Millán Astrayi: Venceréis, pero no convenceréis”.

7. Probidad y transparencia en el lenguaje actual. Hoy se expresa fundamentalmente en el aspecto económico pero abarca todas las actividades.

8. Las manos limpias que es una forma más amplia que la expresión del punto anterior y se usa en lo individual más que lo colectivo.

9. Ideas claras, conceptos comprensivos y lenguaje preciso, no ambiguo, ni de doble interpretación que puede servir para ocultar otros afanes.

10. Misión pedagógica de la actividad política. Aprendemos para actuar en consecuencia pero también para enseñar a nuestros jóvenes y nuevos adherentes y también la comunidad.

Es la diferencia entre el poder conductor y la simple administración del poder. Con lo primero construimos con fe el futuro, con lo segundo administramos el pasado para solo ganar el presente.

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