Sexo

Ya es hora, tenemos que hablar de sexo. Pero hablemos en serio.

Basta de aquella pelea de trincheras en donde, desde la cueva, gritan los “retrógradas” sus postulados, mientras los “libertinos” les devuelven consignas. Nuestra sociedad no aguanta más etiquetas vacías, de esas que nos crean hologramas humanos para silenciar a las personas de carne y hueso que viven detrás. La civilización nos llama a conversar pero, en este proceso, lo primero que necesitamos es saber escuchar.

Y antes de iniciar este diálogo autoimpuesto, creo necesario justificarlo: en el diseño de políticas sociales, el sexo ocupa un lugar central.

Uno de los principales problemas demográficos que afectan hoy al mundo son las bajas tasas de natalidad, acompañadas de una mayor esperanza de vida. En resumidas cuentas: menos niños, más viejos.

La falta de recambio generacional es algo que preocupa a gran cantidad de países a lo largo del orbe y Chile tampoco se ha quedado atrás.En nuestro país nacen, según las estadísticas, 1.8 niños por vientre (tasa de fertilidad), cifra que cayó de 2.6 en los años 90.El año 2000 había 17 nacimientos cada mil habitantes, hoy tenemos solamente 14.7 [Fuente DEIS – Ministerio de Salud].

Si a lo anterior le sumamos que, según el estudio de la Fundación Observatorio de la Maternidad, las madres de menores recursos tienen en promedio 3,3 hijos en contraposición a la tasa del 1,6 que tienen las de mayores ingresos, mientras que las madres indigentes (que no pueden costear una canasta básica de alimentos) superan incluso los 3,7 hijos por vientre, queda en evidencia que, en el combate contra la pobreza, las políticas de educación sexual y natalidad son importantes.

Hablemos, pues, de sexo.

En una abismante cantidad de colegios, la educación sexual se reduce a poner un condón sobre un plátano frente a un auditorio repleto de jóvenes que ríen.Varios de ellos ya han tenido experiencias sexuales, por lo que no necesitan clases prácticas.

Otros, aprenden de lo que han visto en internet o de lo que les cuentan sus compañeros más experimentados. Los últimos (y, probablemente, los menos), aún no se enfrentan a la sexualidad ya que, de verse enfrentados a ella, seguirían cualquiera de los anteriores derroteros.

Y con esto no sostengo que enseñar mecanismos de prevención de ETS no sea constructivo, menos que haya que esconder la cabeza bajo la tierra y pretender como que esta no fuera una realidad.Sólo demando prudencia sobre un aspecto del ser humano tan profundo como trascendental.

Muchas veces, cuando se toca este tema, el primer reflejo es centrar la discusión entre el cuello y las rodillas; yo les propongo algo distinto.¿Por qué no hablamos, quizá, del sentido espiritual del sexo? Les aseguro que ni en la mitad de aquellos colegios “bananeros” alguna vez le han explicado a sus estudiantes sobre el fin unitivo y procreativo del acto sexual.

¿Cómo pretenden que los jóvenes se cuiden, escojan bien a su pareja o formen familias duraderas con vínculos emocionales estables, si nunca les han dicho que el sexo es la expresión más profunda del amor entre dos personas, que sólo se consigue cuando se alinean el alma de cada uno y la apertura a ser papás?

¿Cómo quieren erradicar la violencia contra la mujer, cuando se enseña que ella es un mero objeto de goce? Díganme, por favor explíquenme, en qué parte de ese plátano se forja el amor conyugal.Los ejemplos se quedan cortos, es vergüenza lo que nos debiera embargar.

Como se ve, de las deformaciones que han sufrido las políticas de educación sexual y planificación familiar, en donde se las ha transformado -en aras de una modernización mal entendida- en un culto al individualismo y al beneficio personal, surgen gran cantidad de los problemas sociales que, posteriormente, buscamos solucionar.

Cuánta falta nos hace enseñar a las niñas a conservar su virginidad, junto con transmitir al hombre la importancia del respeto de la mujer, a sus decisiones y a su dignidad.Frente a un bombardeo medial que les llama a la infidelidad, ¿por qué no responder con voces claras a favor del vínculo matrimonial?

No sólo necesitamos clases sobre coito o placer sexual, sino también cursos completos que demuestren el valor de la familia y del sexo como complemento insustituible de la felicidad marital.

Pero, sin duda, lo más importante es comprender que nadie puede arrebatar esta función a los padres, que en estas materias por sobre todo juegan un rol fundamental.

Ellos son los primeros responsables de las opciones que tomen sus hijos en el futuro, ya que el colegio, por muchas horas que erradamente le quite a la convivencia familiar, jamás podrá sustituir la confianza que se deposita en el papá o en la mamá.

¡Que nadie nos venga con cuentos! Si queremos paternidad responsable y familias duraderas, es menester comenzar por dar el ejemplo y atrevernos a conversar.

¿No quería hablar de sexo? Parta por preguntarle a sus hijos qué les están enseñando en sus clases de educación sexual.

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