Las 56 etnias de China: un mosaico de identidad y diversidad

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Las 56 etnias de China no solo son un reflejo de la diversidad interna del país, sino también una expresión de cómo la unidad puede construirse a partir de la diferencia.

Las 56 etnias de China: un mosaico de identidad y diversidad
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Por Fabián Pizarro Arcos, periodista y director del proyecto "Efecto China"

China, con más de 1.400 millones de habitantes, es mucho más que una civilización milenaria o una potencia contemporánea: es un vasto mosaico humano conformado por 56 grupos étnicos oficialmente reconocidos. La mayoría pertenece al pueblo han, que representa alrededor del 92% de la población, pero el resto -55 minorías étnicas- aporta una riqueza cultural, lingüística y espiritual que da forma al alma plural del país.

En futuros textos iremos desarrollando cada una de estas etnias por separado, explorando sus tradiciones, costumbres, territorios y la manera en que han contribuido a construir la identidad de la China moderna.

Cada una de estas etnias ha dejado su huella en la historia, la música, la vestimenta, la arquitectura y la gastronomía del país. Desde las estepas del norte hasta las selvas del sur, desde el altiplano tibetano hasta las riberas del Yangtsé, las minorías étnicas reflejan un equilibrio entre diversidad y unidad, un principio que ha guiado la política cultural de Beijing durante décadas.

El grupo han, mayoritario, ha sido el eje histórico y lingüístico de la civilización china. Su cultura, basada en el confucianismo, la escritura china y una tradición agraria milenaria, ha servido como punto de encuentro para los demás pueblos. Sin embargo, las 55 minorías restantes son las que otorgan a China su carácter multicolor.

En el suroeste, los zhuang, con más de 18 millones de personas, son la minoría más numerosa. Habitan principalmente en Guangxi y Yunnan, conservando una lengua propia del grupo tai y un folclore vibrante que se manifiesta en sus danzas y cantos. Los hui, musulmanes de habla china, se encuentran dispersos por todo el país, siendo puente entre China y el mundo islámico desde la Ruta de la Seda.

Más al occidente, los uigures, de raíz túrquica y religión musulmana, viven en la región autónoma de Xinjiang, con una cultura que mezcla influencias de Asia Central y del antiguo imperio chino. En el altiplano, los tibetanos se distinguen por su profundo misticismo budista, sus monasterios encaramados en las montañas y una lengua de raíces indoeuropeas tibeto-birmanas.

En el sur, los miao, conocidos por sus trajes coloridos y su música de flautas, habitan en Guizhou, Hunan y Guangxi. Sus festivales son un espectáculo de bordados, joyas de plata y cantos ancestrales. Junto a ellos, los dong son célebres por su arquitectura de madera sin clavos y sus coros polifónicos, considerados patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

Los mongoles, herederos del espíritu de las estepas, conservan tradiciones ecuestres, cantos guturales y la influencia del budismo tibetano. En el noreste, los manchúes, antiguos fundadores de la dinastía Qing, han mantenido su legado en la gastronomía y las costumbres cortesanas.

En Yunnan, una de las provincias más diversas, conviven grupos como los yi, bai, hani, naxi, dai y jingpo, cada uno con idiomas, trajes y rituales propios. Los naxi, por ejemplo, preservan la escritura pictográfica dongba, una de las pocas que aún se utilizan en el mundo.

En el sudeste, los she, yao y gaoshan muestran una estrecha relación con la naturaleza y la agricultura en terrazas. En el norte, los kazajos y kirguises comparten tradiciones con las culturas de Asia Central, mientras que los ruso-chinos en Heilongjiang representan el contacto fronterizo con Europa.

Cada una de estas comunidades ha sabido integrarse en el proyecto nacional chino sin perder su identidad. El Estado promueve el desarrollo equilibrado de las regiones autónomas -como Guangxi, Xinjiang, Tíbet, Ningxia y Mongolia Interior-, donde se combinan modernización económica y preservación cultural.

Las 56 etnias de China no solo son un reflejo de la diversidad interna del país, sino también una expresión de cómo la unidad puede construirse a partir de la diferencia. Son el corazón plural de una nación que ha aprendido, a lo largo de los siglos, que la fortaleza de su civilización radica precisamente en la convivencia entre sus múltiples raíces.

En los próximos textos, nos adentraremos en la historia, las costumbres y las voces de cada grupo, para comprender mejor cómo cada uno de ellos, desde los zhuang hasta los tibetanos, desde los han hasta los naxi, ha tejido el tapiz humano de una China que es, más que un país, un universo de culturas.

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