Todo partió el penúltimo fin de semana de octubre. Aquel día se realizó una masiva manifestación en Nueva York que tenía como fin criticar la brutalidad policiaca, tan en boga el último tiempo en Estados Unidos. Aquel día se marchó y Quentin Tarantino fue uno de los rostros de aquella jornada.
"Soy un ser humano con conciencia. Estoy aquí para decir que estoy del lado de todas las víctimas", comentó en aquel momento. Pero eso no le gustó a la policía quien se lanzó en picada contra el emblématico realizador. Incluso, se amenazó con boicotear sus películas.
"No es nada sorprendente que alguien que se gana la vida glorificando la muerte y la violencia odie a los policías", dijo Patrick Lynch, presidente de la asociación Patrolmen's Benevolent, a lo que añadió: "Es el momento de boicotear las películas de Quentin Tarantino".
Posteriormente a la policía neoyorquina se sumaron los cuerpos de policías de otras ciudades importantes del país, como Chicago, Los Ángeles y Filadelfia, quienes llamaron a boicotear "The Hateful Eight", la última cinta de Tarantino y que llegará a las salas a fines de diciembre.
No olvidan
Como si eso no bastara, esta semana el episodio sumó un nuevo frente.
Y es que en declaraciones que recoge The Hollywood Reporter, el director ejecutivo de la Orden Fraternal de Policía (el principal sindicato policial del país), Jim Pasco declaró "Hay algo entre manos, pero el elemento de la sorpresa es el más importante. Algo puede pasar en cualquier momento entre hoy y (el estreno)".
Si bien no quiso entrar en detalles, Pasco detalló que no ejercerán violencia "los policías protegen a la gente. No van por ahí haciendo daño a la gente", pero sí dio luces "el momento y el lugar adecuado no han surgido aún. Trataremos de hacerle daño de la única forma que parece importarle, que es económicamente".
Por su parte Tarantino, en declaraciones al canal de noticias MSNBC, le bajó el perfil al asunto, afirmando que "el que esté en contra de la violencia policial no quiere decir que sea antipolicía".
"Tengo la impresión de ser estadounidense y que eso me da derechos, por lo que no hay ningún problema en ir a manifestaciones contra la brutalidad policial y expresar lo que pienso", dijo.
"En lugar de analizar el problema de la brutalidad policial que existe en este país, es mejor atacarme. Su mensaje es claro: callarme, desacreditarme, intimidarme", finalizó.