La próxima presidenta de la República de Irlanda, la izquierdista Catherine Connolly, afronta el reto de desempeñar un cargo principalmente ceremonial y unificador en un país donde la juventud la considera un símbolo de cambio y los sectores más conservadores la tachan de radical.
A falta del anuncio oficial, el recuento provisional de votos de los comicios del viernes confirmó este sábado su contundente victoria sobre la democristiana Heather Humphreys, del gobernante partido Fine Gael, pese a que ninguna generó gran entusiasmo entre la mayoría del electorado.
La jefatura del Estado tiene poderes muy limitados, pero la tercera mujer que la asumirá captó, con un estilo franco y directo, la atención de las nuevas generaciones, preocupadas por la crisis de la vivienda, el coste de la vida o la falta de alternativas al bipartidismo de centroderecha en Irlanda, que nunca ha tenido un Ejecutivo de izquierdas.
Sus seguidores confían en que Connolly, de 68 años, mantendrá el espíritu reivindicativo del presidente saliente, el veterano laborista Michael D. Higgins, quien se posicionó durante sus dos exitosos mandatos sobre ciertos asuntos nacionales e internacionales, rompiendo con la tradicional neutralidad del cargo.
Sus detractores temen que la décima presidenta del país provoque crisis constitucionales o conflictos diplomáticos con sus aliados, tras denunciar que el "dinero estadounidense ha financiado" el genocidio en Gaza y lamentar la pasividad de Europa, al tiempo que ha descrito a la organización terrorista Hamás como "parte del tejido social" de Palestina.
Polémicas con Europa, EE.UU., la OTAN y Hamás
Asimismo ha criticado el "discurso belicista" de la OTAN y la "creciente militarización" de la Unión Europea, hasta el punto de asemejar el aumento del gasto armamentístico de Alemania con la situación de ese país en 1930.
Ambas corrientes, para bien o para mal, la comparan con el estadounidense Bernie Sanders o el británico Jeremy Corbyn, muy populares entre una juventud a la que Connolly también ha conquistado a través de una inteligente campaña en redes sociales.
Nacida en el seno de una familia numerosa de clase trabajadora de Galway (oeste), Connolly completó en 1981 un máster en psicología en la Universidad de Leeds (Inglaterra) y llegó a trabajar como psicóloga clínica antes de regresar a Irlanda para licenciarse en derecho.
Casada y madre de dos hijos, ejerció como abogada desde 1991 hasta 1999, cuando fue elegida concejala por el Partido Laborista en el Ayuntamiento de Galway, del que también fue alcaldesa durante 2004 y 2005 y donde se labró una reputación como defensora de diferentes cuestiones sociales, como el sinhogarismo o la crisis climática.
Connolly abandonó el laborismo en 2007 para presentarse a las elecciones generales de ese año como independiente, si bien no logró un escaño en el Dáil de Dublín (Cámara Baja) hasta los comicios de 2016.
Criticada por representar a bancos en desalojos
Entre medias, representó como abogada a varios bancos en casos de desalojos provocados por la crisis financiera, lo que ha llevado a sus críticos a acusarla durante esta campaña de pertenecer a una izquierda que califican de contradictoria y populista.
Como diputada, no obstante, volvió a hacer bandera de diferentes asuntos sociales y se caracterizó por denunciar el intervencionismo de Occidente en conflictos como el de Siria, país que visitó en 2018, con la consiguiente polémica.
Dos años después, se convirtió en la primera vicepresidenta del Dáil, lo que elevó su perfil de cara a presentar su candidatura a la Presidencia del país y ganarse el apoyo del bloque progresista, incluido el del laborismo, donde algunos excompañeros la describen como dogmática e inflexible y otros rivales como radical, pero afable, y buena oradora, con tablas adquiridas en los juzgados.
En esa alianza de la izquierda también ha figurado el Sinn Féin, antiguo brazo político del ya inactivo IRA y líder de la oposición, y aunque Connolly nunca ha estado vinculada a esa formación, respalda la reunificación de la isla a través de un referéndum.
"Absolutamente encantada" de haber ganado
Tras conocer hoy los resultados provisionales, Connolly agradeció el apoyo de sus seguidores, que extendió inmediatamente a los que no la votaron, en un primer gesto de apertura que, sin embargo, no ha prometido conceder en ciertos casos a figuras como el presidente estadounidense, Donald Trump.
"Si solo se trata de un encuentro, nos reuniríamos y saludaríamos. Si hubiera un debate sobre el genocidio (en Gaza), eso sería completamente distinto", avisó.
Sin embargo, declaró estar "absolutamente encantada con el resultado" y quiso "dar la gracias a todos" los que le han apoyado, en un cargo que asumirá oficialmente en noviembre.
"Entiendo sus preocupaciones respecto a quién creen que los representará mejor", agregó Connolly a los medios desde el centro de recuento de votos de Galway.
Asimismo, el secretario general del Fine Gael, John Carroll, reconoció a la cadena pública RTE que el resultado "ya está ahora muy claro" y felicitó a la próxima jefa de Estado.
El pobre resultado de Humphreys, de 62 años, es visto como un castigo al bipartidismo de centroderecha del Fine Gael (en el poder desde 2011) y del otro gran partido nacional, el Fianna Fáil, con el que comparte gobierno desde 2016.
Pese a la popularidad de Connolly entre la juventud y la amplia experiencia política de Humphreys, ninguna llegó a generar gran entusiasmo durante la campaña, en la que casi la mitad del electorado dijo no sentirse representado por ellas.