Gonzalo Blumel, ministro del Interior durante el segundo gobierno de Sebastián Piñera, reflexionó en torno a los cinco años del estallido social del 2019 y rescató que "uno podría también rescatar que hoy día Chile es un país más reformista que revolucionario".
Cabe recordar que Blumel, el 18 de octubre del 2019, era ministro de la Secretaría General de la Presidencia, sin embargo, tras la ola de disturbios y manifestaciones, el expresidente Piñera decidió hacer un cambio de gabinete que lo llevó -de manera sorpresiva- a la cartera de Interior y Seguridad Pública.
"Para mí fue algo muy impactante, porque estaba claro que quien asumiera el Ministerio del Interior iba a tener que asumir una carga súper difícil, súper compleja, prácticamente una tarea imposible: por una parte, tratar de contener esta violencia desbordada que no bajaba. Y por otra parte, tener que liderar desde el gabinete, la búsqueda de una solución política a la crisis, en un escenario donde la política estaba completamente polarizada", rememoró el exsecretario de Estado en entrevista con La Tercera.
Sobre la posibilidad que el exmandatario dejara el cargo, Blumel dijo que Piñera "destacaba por su resiliencia, y la comprensión que tenía de su rol como Presidente de la República, de que el buque no se abandona, que el capitán tenía que mantener lo más firme posible el timón para que este buque no naufragara. Porque si él salía, si él abdicaba de su función, este buque podía naufragar y podíamos tener un quiebre democrático o una deriva antidemocrática, anárquica, caótica o autoritaria, muy compleja".
"EN PRÁCTICAMENTE TODO ORDEN DE COSAS ESTAMOS PEOR"
A cinco años de la revuelta social, el militante de Evópoli precisó que su balance "no es muy positivo, porque si uno mira las distintas dimensiones que guían nuestra vida colectiva en general, en prácticamente todo orden de cosas estamos peor", como -por ejemplo- en el crecimiento económico, el crimen organizado, la situación de inseguridad y la fragmentación del sistema político.
Aun así, valoró que, más allá del fracaso de los dos procesos constitucionales, "los chilenos, en su mayoría, dieron muestra de su compromiso democrático y su compromiso cívico. De su acervo institucional, en su gran mayoría, apostar por buscar una salida política y democrática".
En segundo lugar, rescató que "hoy día Chile es un país más reformista que revolucionario, que ya probablemente le va a costar más embarcarse en estos sueños utópicos, refundacionales que prometen el cielo, el paraíso en la tierra como por arte de magia. El progreso en el país es algo muy difícil, destruir es muy fácil, construir es muy difícil".
"Construir un buen país que progrese y que sea seguro cuesta demasiado, y se hace paso a paso, paulatinamente, no poniendo el segundo piso después del primer piso, corrigiendo lo que hay que corregir, reformando lo que hay que reformar, pero no destruyendo ni arrasando lo que hemos construido, como sociedad, como República, los últimos 200 años que con sus luces y sombras sigue siendo algo muy valioso, que tenemos que cuidar muchísimo", cerró.