En sólo un año, más de 1.300 ranitas de Darwin murieron en el sur de Chiloé tras contagiarse de quitidriomicosis, una "pandemia de anfibios" provocada por un hongo microscópico que causa veloz mortandad y que redujo en un 90 por ciento la población de esta especie -endémica de los bosques templados del sur de Chile y Argentina- en el Parque Tantauco.
La magnitud de la devastación obligó a los científicos y organizaciones conservacionistas a montar una urgente operación de rescate que se materializó en octubre del año pasado: 53 ejemplares -que no superaban los 2,5 centímetros de tamaño- viajaron en cajas especiales de transporte desde la Isla Grande hasta el Zoológico de Londres, recinto en el que se buscará una cura para la enfermedad y se protegerá a su descendencia, con miras a un retorno futuro y seguro, para el repoblamiento de los bosques chilotes.
Protagonista de este esfuerzo es Andrés Valenzuela Sánchez, presidente de la ONG Ranita de Darwin e investigador permanente del mencionado establecimiento británico. En conversación con Cooperativa relató la verdadera odisea que implicó el traslado de los animalitos: casi 13 mil kilómetros de viaje; primero seis horas en barco desde Chiloé al continente, luego otras 15 en auto rumbo a Santiago, y finalmente un largo vuelo sobre el océano Atlántico con destino a la capital inglesa.
"Fue una operación gigante, en la que participaron más de 50 personas. Por suerte, las ranitas llegaron súper bien", y el trabajo se vio coronado con el nacimiento de los primeros 33 renacuajos -de sólo medio centímetro; "el tamaño de un grano de arroz"-, anunciado a inicios de este mes, señaló Valenzuela a Lo Que Queda del Día.
La inspiradora historia quedó registrada en un documental de 13 minutos denominado "Un salto de esperanza", que acaba de ser estrenado y se puede ver en YouTube.