La senadora del PS aseguró que el proceso de venta de la casa de su padre fue regular y de buena fe.
"Me voy con la frente en alto", afirmó Allende, destacando sus "treinta años de servicio público".
La exsenadora del Partido Socialista, Isabel Allende, se refirió este jueves al fallo del Tribunal Constitucional (TC) que resolvió su destitución como parlamentaria, en el marco del fallido intento de compraventa de la casa de su padre, el expresidente Salvador Allende, inmueble que se buscaba transformar en un museo público.
A través de una declaración pública, Allende calificó la resolución como una destitución "inédita" motivada, según ella, por razones políticas: "Esta decisión se origina en una motivación política de la derecha, como respuesta a la voluntad del Gobierno de convertir la casa de mi padre en un museo y preservar su memoria".
La exsenadora sostuvo que se actuó conforme a la legalidad durante el proceso de compraventa -que nunca se concretó- y criticó al TC por no acoger los argumentos presentados por su defensa, encabezada por el abogado Gabriel Osorio.
"Accedimos y seguimos todas las indicaciones legales. La compra no se concretó, tal como fue argumentado ante el pleno del Tribunal Constitucional, pero dicho argumento no fue considerado, lo que ha derivado en mi cese inmediato", aseguró la senadora del PS.
Allende enfatizó que siempre actuó de buena fe y lamentó el daño causado tanto a su familia como a su trayectoria pública: "Han sido meses muy duros. Se ha generado un daño irreparable, se ha puesto en tela de juicio nuestra honra y una tradición republicana de la cual he sido parte."
Pese a su destitución y al inicio de un proceso penal en su contra, Isabel Allende reafirmó su convicción de que no ha cometido delito alguno. Señaló que "me destituyen de manera inapelable", pero enfatizó que enfrenta la situación "con la certeza de mi inocencia".
Según explicó, si bien puede haber habido una "inadvertencia" en el proceso de compraventa, está en ningún caso responde a una "intención dolosa ni por perjudicar a mi país".
En la parte final de su declaración, la exsenadora se mostró serena y orgullosa de su trayectoria: "Me voy con la frente en alto", afirmó, destacando sus "treinta años de servicio público" marcados, según sus palabras, por una conducta "con total integridad".
Expresó confianza en que "el tiempo reivindicará el propósito" de transformar la casa de su padre en un museo, un proyecto que describió como "un anhelo que sigue vivo en miles de compatriotas".
