El fiscal regional de Arica y Parinacota, Mario Carrera, contó en Cooperativa la historia de cómo Los Gallegos, banda venezolana que se separó del Tren de Aragua, se instaló en el norte de Chile, y cómo las policías y el Ministerio Público lograron desbaratarla.
En el día después de que 34 de sus integrantes fueran sentenciados -en conjunto- a más 500 años de cárcel, el persecutor recordó en Lo que Queda del Día que, gracias a una escucha telefónica de un involucrado con una asociación chilena, "encendimos todas alertas" sobre su presencia en la zona a fines del 2021.
"El blanco de nuestra investigación hablaba con otro sujeto, y le señalaba con bastante temor la llegada de un nuevo grupo, que vendría de Venezuela y tenía casas de tortura, y que le quería quitar o 'hacer pagar' por su negocio criminal", y en paralelo, "teníamos un aumento de los homicidios de una manera que no habíamos visto nunca en la región", relató.
Consultado por la estrategia para perseguir a una banda de este nivel, Carrera admitió que "costó mucho en un principio, porque ni las formas de investigar, ni los recursos que teníamos hacían sostenible una lucha contra organizaciones de esta naturaleza", de modo que pronto se designó un fiscal especial para la causa, y se implementaron medidas de seguridad para sus funcionarios, que significaron "un cambio muy fuerte de la forma que teníamos de trabajar con anterioridad".
El fiscal relevó que las penas conocidas ayer marcan "el cierre de un ciclo, en relación con todo lo que nos costó iniciar esta investigación", durante la cual contaron no sólo con el apoyo correspondiente de la PDI, Carabineros y Gendarmería", sino que también "tuvimos una persona de la PDI que se infiltró en esta organización, y nos pudo dar muchos antecedentes al convivir diariamente con estos sujetos desde el interior".
"Si fuimos capaces de dar los golpes tan duros que dimos en su oportunidad -por eso el gran número de detenidos-, fue precisamente, entre otras cosas, por personas valientes como ese funcionario", aseveró el persecutor, que también celebró la labor de "fiscales con mucha valentía que no cesaron, pese a varias situaciones de amenazas que tuvimos en el camino respecto a esta organización".
"El trabajo no termina"
A pesar de las condenas, el fiscal regional remarcó que "el trabajo no termina, porque estas organizaciones se sienten muy cómodas tanto dentro como fuera de la cárcel, y siguen intentando operar de cualquier forma", de modo que "el desafío que viene es dónde van a cumplir sus condenas, y bajo qué régimen carcelario, y cómo se apoya a Gendarmería para mantener a esos sujetos todo ese número de años sin que operen hacia el exterior".
En ese sentido, planteó que como Estado, "tendríamos que mirar ejemplos que sean adaptables a nuestra realidad", y de hecho, "me atrevería a decir que el ejemplo italiano es uno que debiéramos ver, en todo orden: en el orden de tribunales especializados, en el orden de quién está a cargo del comiso de las especies, a dónde van las especies que se incautan, y cómo es el régimen carcelario de los sujetos privados de libertad en este tipo de causas".
Por otro lado, si bien Los Gallegos parecen estar inactivos en Arica, "hay que recordar que esta organización es transnacional, por lo tanto, el hecho de que no estén operando en la región, y sí lo hagan en los departamentos de Tacna, Moquegua y Arequipa, para nosotros es un problema, porque es fácil que se rearmen. Entonces, lo que pasa en Perú y en Ecuador es mucho más relevante que lo que pasa en Santiago, Concepción o Temuco" para preservar la paz en la zona norte.
"Cuando vemos que asesinan a cuatro fiscales en Ecuador, o que ponen un coche bomba en un tribunal de Perú, actuamos sobre la base de que esas cuestiones se están acercando, y perfectamente nos pueden afectar a nosotros", advirtió Carrera.