El humilde tostador de pan chileno, por décadas infaltable en las cocinas a gas del país, hoy está en el centro de una polémica que mezcla identidad cultural, marketing y redes sociales.
Lo que comenzó como la indignación de una usuaria al ver que el clásico producto de Virutex Ilko aparecía etiquetado como "parrilla para arepas" en Mercado Libre, derivó en un debate nacional sobre la "chilenidad" de este objeto cotidiano. Las redes sociales estallaron: "No se metan con el tostador" y "Es una falta de respeto a nuestra cultura" fueron algunos de los comentarios.
La indignación creció al descubrir que este cambio no era nuevo: desde hace más de una década, Virutex Ilko adapta el nombre para mercados extranjeros. "En Colombia no se vendía como 'tostador de pan'. Al llamarlo 'tostador de arepas', las ventas se quintuplicaron", explicó Iris Cuevas, ejecutiva de la empresa, en conversación con LUN.
El origen del tostador
Según Revista Materia, el tostador chileno surgió en talleres artesanales de hojalatería en la década de 1920. Fabricado en hojalata estañada y alambre, su diseño industrializado desde 1950 conserva tres características esenciales: estructura cuadrada para todo tipo de panes, mango plegable y doble utilidad (tostar y regular el fuego).
El arquitecto Oscar Ríos, citado por la misma publicación, lo describe como "la perfección de lo utilitario": "Es pura función en configuración simple, sin decoraciones". En su análisis, destaca cómo "los objetos cotidianos nos retratan al usarlos", subrayando su valor cultural por encima de adaptaciones comerciales.
Catalina Korze, artista chilena, hizo una oda dedicada al tostador con la descripción:
"El tostador de pan es chileno. Es un diseño nacional hecho para tostar marraquetas sobre la llama (para cocinar la olla del arroz y tostar otro tipo de masas también)".