Nos conocimos con Juan Esteban Rodríguez en el Buque Escuela "Esmeralda" en la ciudad de Cádiz, con motivo de la celebración del 70° aniversario del izamiento de nuestro pabellón nacional en dicho buque. Y dentro de la variedad de temas de conversación de ese día, surgió la posibilidad de escribir algo sobre un prócer de nuestra patria: Manuel Rodríguez Erdoíza.
Paso la palabra a Juan Esteban: "Mucho se ha inventado y mitificado sobre la vida de Manuel Rodríguez, por cierto, algunas cosas para enaltecer su figura de patriota popular y otras también como personaje inspirador de la izquierda chilena". Sin embargo, si escarmenamos su vida e historia, como se hace con la lana recién esquilada, descubrimos que haciendo un esfuerzo y dejando de lado la fantasía, podemos separar en cierta medida la lana de los cardos. Esta no es una relación de toda su vida, solo esclarecer algunos hechos históricos a veces tergiversados por la ilusión, la novela, el mito y la política.
Su origen: Los escritores Latchan y Chelén Rojas insisten en darle un origen popular y proletario, no obstante, dichas versiones tienen un claro interés novelesco y tendencioso. La verdad establecida es que Rodríguez provenía de un hogar relativamente acomodado, su padre -de origen peruano- era director de Aduanas de la gobernación del Chile colonial; y su madre, una viuda criolla casada en segundas nupcias con el padre de Manuel.
Dicha señora poseía una respetable herencia, lo que ayudó a que los tres hermanos Rodríguez Erdoiza y un medio hermano, Fernández de Leiva y Erdoiza, pudiesen vivir en una cómoda casona ubicada en lo que es actualmente el Banco Central y educarse en el Convictorio Carolino, el mejor colegio de la época, para luego estudiar los cuatro Derecho en la Real Universidad de San Felipe, record no despreciable por su alto costo y dificultad en aquellos años.
Sus estudios y profesión de abogado: Terminada su educación escolar, Manuel ingresó a la Universidad de San Felipe donde estudió Derecho sin llegar a recibirse, pues no llegó a dar el examen de grado o similar, las versiones del mito dicen que por dificultades económicas, pues dicho examen requería un oneroso pago. Esa versión no es muy creíble, pues su medio hermano mayor, Joaquín Fernández de Leiva y Erdoíza era abogado en esa misma época y vicerrector de la misma universidad, más posible sería que Manuel en esos momentos de su juventud derrochara su existencia y simpatía en menesteres ajenos al estudio de tal examen y de los estudios en general.
Su medio hermano Joaquín, acendrado realista, pronto dejaría la familia y viajaría a España como diputado de ultramar en las cortes de Cádiz.
Su relación con Carrera: De la misma edad, vecinos de cuadra, amigos y compañeros de colegio, las vidas de ambos transcurrieron estrechamente juntas desde la niñez hasta la juventud, y hasta que Carrera debió partir a España como militar, se dice que debido un escándalo amoroso. Se reencuentran varios años después, en los albores de la Independencia y Patria Vieja, cuando Rodríguez las hace de secretario de Carrera, una especie de ministro del Interior del gobierno.
Entremedio tienen desavenencias políticas, Rodríguez y sus hermanos -ya activos en política- conspiran contra Carrera, son apresados por breve tiempo, y luego liberados. Después del desastre de Rancagua, sus vidas se separan definitivamente, Rodríguez afincado en Mendoza y en tratativas con San Martín; y Carrera en Estados Unidos: Nunca vuelven a verse y ambos mueren en trágicas circunstancias.
Manuel Rodríguez se transforma en un valioso espía enviado por San Martin en los tiempos previos a la invasión de Chile, su labor era espiar al gobierno, crear revueltas en campos y ciudades, en definitiva debilitar al gobierno de Marcó del Pont. Valiosa ayuda recibe del bandolero Neira, quien asola pueblos y asalta españoles realistas robándole sus caudales, ganado y caballos.
Es en ese periodo, y después del desastre de Cancha Rayada, cuando Manuel Rodríguez se transforma en el patriota más popular y querido por la gente, y donde el mito y la leyenda rodean al héroe.
Matrimonio y descendencia: Manuel Rodríguez nunca estuvo casado, solo supo que tenía un hijo poco antes de su muerte, nacido de Francisca Segura y Ruiz, criolla y educada mujer pues sabía escribir y firmar, aptitud poco frecuente en las mujeres del 1800. Dicho hijo, Juan Esteban Rodríguez Segura, nació el 24 de abril de 1818, casi un mes antes de su muerte, según indica un rosario de bautismo donado por la familia al Museo de Colchagua.
A partir de 1854, Juan Esteban tuvo una destacada carrera como intendente regional, diputado, senador y director de la Caja Hipotecaria. En solo escasísimas ocasiones él se refirió a su origen y en su familia siempre se ocultó este hecho pues su fuerte arraigo religioso se enfrentaba con el hecho de descender de un hijo fuera del matrimonio.
Su relación con el pueblo de Pumanque en Colchagua: Doña Francisca Segura, madre de su hijo, está sepultada en la iglesia de Pumanque, pueblo costino de Colchagua; no obstante Manuel Rodríguez nunca conoció ese pueblo, la relación con dicho lugar es muy posterior. Su hijo Juan Esteban adquirió la Hacienda Pumanque por 1860, ya que su esposa poseía por herencia propiedades agrícolas en dicha zona. Francisca Segura falleció allí en 1874. Esa propiedad siguió en poder de la familia Rodríguez solo por tres generaciones más, y actualmente se la llama Hacienda Manuel Rodríguez. Sus casas y bodegas aún permanecen en pie en regular estado.
El certificado de defunción de doña Francisca, escrito por el párroco de Pumanque, dice "viuda de Manuel Rodríguez" y de allí nace el mito, muy difundido, de que Manuel Rodríguez visitaba y cortejaba a Francisca Segura en la hacienda de propiedad de la familia de ella, nada más alejado de la realidad, pues la relación de ellos siempre fue en Santiago donde vivía doña Francisca desde su nacimiento.
Manuel Rodríguez fue en su vida y en su muerte, además de personaje histórico, parte de la cultura y mito popular. Por estas razones su vida plagada de aventuras y misterios es tierra fértil para la novela y mitología, todo esto es la parte de su vida que intentamos desentrañar".
Para concluir este relato de Juan Esteban, algunos aportes: Su labor de montonero fue un dolor de cabeza permanente para el gobernador de Chile, Casimiro Marcó del Pont, y su mano policial, Vicente San Bruno, tristemente recordadas ambas figuras, uno por fatuo y el otro, por su excesiva violencia.
"Aún tenemos patria ciudadanos", fueron sus palabras como Director Supremo adjunto, las que envalentaron a algunos patriotas a tomar las armas cuando todo parecía perdido luego de la batalla de Cancha Rayada. Por último, Manuel Rodríguez fue asesinado en forma artera, en Tiltil. Su orden de asesinato habría emanado de uno de los principales miembros de la Logia Lautaro.
Lamentable epílogo para la vida de un hombre que dio tanto por Chile por su Independencia. En el mes de septiembre, corresponde por lo tanto, hacer un brindis por su alma (QEPD).
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