Mes del adulto mayor, el desafío más allá de una celebración

Nuestros padres y abuelos suman en Chile más de 2,5 millones; un millón sobrepasa los 70 años. En octubre se celebra el Día Nacional del Adulto Mayor, que en la práctica da espacio a todo un mes en que se releva el tema del envejecimiento de nuestra población y los derechos que se deben garantizar a este grupo etario.

Sin embargo, al igual que otras fechas conmemorativas, parece ser sólo una señal que no refleja el verdadero compromiso que debemos asumir como sociedad para dar respuesta a sus necesidades.

Todos sabemos de fuente directa que se está produciendo una profunda injusticia con nuestros mayores. Son los que heredaron un cambio en el sistema de pensiones que los ha afectado directamente: reciben jubilaciones miserables. Además tienen un acceso deficiente a la salud y la seguridad social.

Muchas veces vemos a adultos mayores trabajando no por gusto, sino porque no pueden afrontar los gastos de una etapa que demanda alta cantidad de recursos. Su inserción laboral debe ser una posibilidad ¡no una obligación! Quisiéramos ver que los jubilados disfrutaran la etapa que sigue a los años de trabajo, pero también deberíamos dar oportunidades a aquellos que tienen el interés de seguir perteneciendo a la fuerza laboral, ¡cuánta experiencia perdemos hoy por excluir a nuestros mayores!

Por otra parte existe el maltrato y el  abandono. Sí, los adultos mayores, personas vulnerables, son violentadas física y psicológicamente. Esto es inaceptable. No es posible que quienes nos cuidaron, no gocen de dignidad en la última etapa de sus vidas. 

Existen instancias estatales que deben ciertamente  actualizar su forma de abordar este desafío multidimensional, pero también nos corresponde a nosotros, hijos y nietos, responder a una mayor esperanza de vida y a las nuevas necesidades que esto plantea, haciendo que nuestros adultos mayores sean felices.

Chile está suscrito a la Convención Interamericana sobre la Protección de Derechos Humanos de las Personas Mayores, lo que significa un compromiso nacional, colectivo, para resguardar sus derechos. Entre ellos, se encuentran las pensiones dignas, las oportunidades de trabajo, de recreación, su acceso a la salud, y sobre todo, el derecho a recibir un buen trato.

Es importante comprometernos con esta realidad. No es lejano, los tenemos cerca y más aún, es lo que nos corresponderá vivir también. Trabajemos todos  por un país inclusivo que asegure un trato justo a los adultos mayores. 

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