El debate por el trabajo es, por naturaleza, una contraposición de interés entre quien lo ejecuta y quien lo contrata. La variable de esa contratación tiene componentes intangibles, por ejemplo la calidad del esfuerzo que entregue el trabajador o los riesgos de las actividades que pueden ser conocidas por el empleador, y no reveladas al inicio de las relaciones laborales.
Más aún, hoy en Chile la entrada en funcionamiento de la "ley de las 40 horas" producirá efectos inciertos, pero estimables, en el mercado del trabajo, que como todo cambio gradual puede ser evaluado contingentemente y con neutralidad de investigaciones serias e independientes. No obstante, el temas de las horas extras, aquellas en exceso de las estipuladas en jornada normal, toma importancia cuando se conoció que la motivación personal de los dramáticos incendios forestales y urbanos de este verano en la Región de Valparaíso fue en parte por el incentivo remuneracional extraordinario, el cual habría buscado uno de los actuales imputados de provocar el inicio de los focos, como es de público conocimiento.
Así, cuando Chile enfrenta distintos desafíos sobre crecimiento sostenible y productividad, el aspecto laboral tiene una relevancia primordial y, particularmente el diseño de los incentivos para trabajadores y empleadores debe ser revisado constantemente. El incentivo remuneracional monetario (aumentado sobre lo corriente) correspondiente a horas extras ocupa el primer lugar de importancia, porque otorga liquidez inmediata a los trabajadores (que la requieren), por actividades que tienen urgencia para los empleadores y la naturaleza de sus operaciones.
En este contexto, los empleadores solo contratan horas extras cuando sea absolutamente necesario. Esto, claro, de forma teórica, porque en la práctica tanto en empresas como en el Estado (el mayor empleador nacional) la justificación, decisión, monto de los recursos involucrados y la evaluación del desempeño sobre los resultados son poco claras y entran en el amplio universo donde todo es posible. Por ejemplo, en el Estado central se estima que para el año 2024 se destinarían a este ítem "$157.482 millones, lo cual representa un incremento de 3,3% en relación con el año anterior", según un informe de finanzas públicas del año 2023.
Este monto podría financiar la contratación de más de 26.000 personas con un sueldo mínimo por 12 meses cada una, lo cual hace necesario revisar detalladamente los efectos sociales de este gasto.
Por otro lado, ¿qué se puede decir en el ámbito de horas extras en el sector privado? Según un estudio de la Dirección del Trabajo (ENLA), en la década pasada el 42,3%de las empresas encuestadas declaró utilizar horas extras, contratando en mayor proporción aquellas empresas de mayor tamaño que las pymes. Al inicio de esa década, el promedio alcanzaba las 18 horas extraordinarias al mes por trabajador.
Así, la naturaleza de una hora extralaboral se justifica en la urgencia o en la planificación, por lo cual a menor cantidad de urgencias y mejor proceso de planificación organizacional, este indicador debería disminuir, si se busca mayor productividad y con ello crecimiento sostenible. Para ello, el diseño de incentivos es primordial por lo que hay que trabajarlos continuamente, para evitar que se repita el caso de las horas extras con graves consecuencias familiares y sociales o permitir gastos sin tener evaluaciones ex post del gasto público o privado incurrido "extraordinariamente".
Hoy en mi opinión, este gasto es un indicador de la ineficiencia organizacional.
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