Consenso por las 40 horas: ¿Y cuándo sobre la cantidad de horas de educación (de calidad)?

Fabiola Quiroga Villagra
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Chile es uno de los países que presenta una de las jornadas educacionales más extensas en el mundo, son entre 35 y 38 horas semanales de trabajo escolar para la educación general básica y de 40 a 42 horas para la educación media humanístico-científica y técnico-profesional. Sin duda son muchas horas en el aula.

Estamos promediando casi 7 horas diarias en la sala de clases y generalmente de éstas, la mitad se otorga a asignaturas troncales o "asignaturas de primer orden", como lenguaje y matemáticas. Esto a pesar de que ya sabemos que asignaturas que promueven la creatividad es donde más se produce y diversifica la adquisición de aprendizaje, no obstante, son las que con menos horas se cuentan.

Entonces tenemos a nuestras niñas y niños con más de mil horas al año de instrución escolar, y de ellas la mayoría es focalizada en áreas específicas del conocimiento, convirtiendo tanto a educadores y estudiantes en prisioneros del aula. Aun así, sólo tenemos un 2% de la población chilena que entiende bien lo que lee, según la OCDE, dejando un impresionante 48% de chilenos y chilenas que no comprenden lo que decifran, además de un 62% con un bajo nivel de razonamiento matemático. Lo que nos lleva a inferir que entre más obligamos a que lean y menos enseñamos a disfrutar la lectura, tenemos una cada vez mayor población que se rehusa a hacerlo.

Esto lo podemos traducir en el fracaso de la Jornada Escolar Completa (JEC), la que ha presentado problemas serios y profundos en el área de financiamiento, en el proyecto pedagógico y en las condiciones laborales de los docentes y profesionales no docentes. Para estos últimos profesionales hasta es más extrema, ya que no se regulariza aún sus horas lectivas y las de trabajo administrativo, lo que quiere decir, que sus horas de planificación del trabajo queda a criterio de cada colegio.

Entonces la pregunta que nos hacemos es ¿son necesarias tantas horas de clases? ¿logramos la relación virtuosa entre la cantidad de horas de clases y calidad de las mismas? Claramente no, ya que no son efectivas, así lo demuestran los resultados académicos de los establecimientos donde sigue prevaleciendo el efecto cuna en la mayoría de las pruebas estandarizadas. Este "efecto" ex ante, es a la asociación de ciertas variables desde la clase social a la relación de fracaso escolar. Así lo expone J. Brunner (2010), quien presenta variables dentro de las cuales se encuentran: estatus social, nivel de educación de los padres, estructura familiar, condiciones de salud del hogar, etc. La que tiende a definir el éxito en la vida escolar de los y las estudiantes. Lo reafirma el libro "Dime en qué colegio estudiaste y te diré que CI tienes", de Ricardo Rosas y Catalina Santa Cruz (2013). Tema que es necesario analizar en profundidad.

Clara y documentadamente sabemos que el mejoramiento de la educación no pasa por la recarga en la cantidad de horas en el aula. Tampoco la calidad educativa pasa por los mejores resultados de las pruebas uniformizadas. La Unesco (2000) lo define en cuatro pilares; aprender a conocer, aprender a ser, aprender a hacer, aprender a vivir con otros.

Los que trabajamos en educación buscamos igualar y mejorar las oportunidades de acceso a todos los y las niñas del sistema escolar. Este proceso de mejora y adquisición de aprendizaje claramente no se define como exitoso por las horas bancarias y estacionarias de los y las estudiantes dentro del aula. Tampoco contribuye al aprendizaje la falta, en lo más mínimo, de los profesionales necesarios para dar cobertura a las necesidades contextuales tanto en la formación valórica como pedagógica.

Actualmente los niños y niñas presentan un evidente casancio y fatiga por las extensas jornadas escolares, tenemos estudiantes estresados y sobre exiguidos, sin ánimo de ir a clases, ni de aprender y menos de interactuar socialmente con sus pares, restringiendo así parte fundamental de la niñez, que es el juego.

Y así como se produce el debate y el consenso en la jornada laboral y las horas de trabajo, es necesario mejorar y dosificar las horas de los y las estudiantes con la finalidad que desarrollen sus habilidades sociales, creativas y cognitivas. Queremos niños con más oportunidades, queremos que el proceso educativo contribuya realmente a tener una infancia feliz, más sana y más justa.

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