El Día de las Infancias no es sólo un día comercial donde compramos juguetes y sacamos a almorzar los niños y niñas. Hoy, como adultos, es importante que reflexionemos sobre sus derechos y el rol que tenemos cada uno de nosotros, la sociedad entera y el Estado para hacer que estos se cumplan. Si los derechos de niños y niñas sin discapacidad ya están vulnerados, la situación de quienes tienen una discapacidad es aún más compleja.
En Fundación Luz sentimos que el Estado descansa mucho en nuestro trabajo, sin esforzarse más allá, cuando su apoyo es primordial para que avancemos desde aumentar las subvenciones estatales para temas de discapacidad, hasta hacer llegar los libros en braille a tiempo para que los estudiantes ciegos o con baja visión puedan estudiar. Por otra parte, la participación y compromiso de las familias es esencial para la rehabilitación de sus hijos e hijas. Cada día veo la diferencia abismante entre los avances de un niño o niña cuya familia se encuentra involucrada, asistiendo a los programas y talleres que ofrecemos para su rehabilitación de manera constante versus el poco avance que tienen aquellos infantes que no cuentan con apoyo de su entorno.
Según la Encuesta de Discapacidad y Dependencia (Endide), en Chile 14,7% de las infancias tiene alguna discapacidad y, de estos, 11.978 son niños ciegos y 535.057 con baja visión. Por ello es clave que conozcamos los derechos de las infancias orientados a la discapacidad, fomentando siempre la igualdad con sus pares y la integración en el mundo.
Por ejemplo, algo tan básico como el derecho al ocio. A veces nos centramos tanto en la rehabilitación, que olvidamos que estos menores también deben tener tiempo para jugar. El derecho a la educación especial enfocada en sus necesidades, favoreciendo su participación en las actividades escolares.
Derecho a la libertad de expresión, donde ellos se sientan cómodos para dar su opinión, especialmente en temas relacionados a su discapacidad. El derecho a circular libremente ¡es importantísimo! De lo contrario niños y niñas se quedan en casa, aislados, sin recibir educación ni vinculándose con otros niños. Según Indade, 67% de niños ciegos dice relacionarse con otros niños casi todos los días, versus 86% de los niños sin discapacidad. Por eso el transporte público y privado debe estar adaptado para todo tipo de personas.
Estos son solo algunos de los derechos existentes. Nuestra tarea es conocerlos, profundizar, y sobre todo, ser garantes de que se cumplan. Las infancias con discapacidad ocupan gran parte de su tiempo rehabilitándose y adoptando herramientas para manejarse en sociedad. Cada uno de nosotros y el Estado, deberíamos actuar para que el mundo les sea menos hostil, incluyéndolos, escuchándolos cuando tomemos decisiones, y nutriéndonos con sus aportes, para hacer de esta una sociedad donde quepamos todos.
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