Estudió ciencias sociales y se tituló como antropólogo social. Después hizo un máster en Estudios de Género y, posteriormente un curso de un año, para másteres, de periodismo científico. Todo en la Universidad de Estocolmo, que le sirvió para acumular más preguntas que respuestas. Y sostiene que si una universidad sólo sirve para almacenar más respuestas que interrogantes, es una mala universidad.
Su pasión es la poesía. En ella se ha refugiado en las "temporadas en los infiernos", como la persecución política en el Chile dictatorial y el inicio del exilio hace ya tantos años. Así, como él lo dice, se ha "atrevido" a publicar dos libros de poesía.
El tenis es otra de sus pasiones. Si volviera a nacer, sería un tenista. Para Jaime, la disciplina y la capacidad de concentración que exige el deporte es puro amor y otra buena forma de justificar la vida.
Pero lo que le ha tomado más tiempo en toda su vida, ha sido entender las desigualdades sociales y de género; reflexionar sobre cómo resolver esos problemas y tratar de proponer lecturas que lo hagan más comprensibles y, en el mejor de los casos, sugerir soluciones.
Se declara feminista. Es más, la problemática de la mujer es su especialidad y su materia de investigación profesional, participando en estudios de género tanto dentro de la Unión Europea, como en organizaciones de mujeres. Es un convencido de que la democracia será de una mucha mejor calidad cuando se alcance la sociedad postpatriarcal, que es cuando mujeres y hombres compartan el poder y el prestigio social por partes iguales.