Conversando la DC

En esta columna se abordan tres temas centrales. En primer lugar, lo que se considera el problema fundamental de la Democracia Cristiana: la difuminación de su identidad cultural y doctrinaria. En segundo lugar, lo que parece ser dos problemas actuales más acuciantes, desde el punto de vista de los desafíos políticos de la sociedad chilena. Y en tercer lugar, el tema de las alianzas, políticas y de gobierno.

I. La DC frente a la difuminación de su identidad cultural y doctrinaria.

Como otros partidos políticos chilenos, la Democracia Cristiana tiene una difuminación de su identidad cultural y doctrinaria. Cuatro ejemplos de esta confusión completa sobre fundamentos centrales de un partido político democratacristiano:

1. No se tiene claridad sobre lo que significa la inspiración cristiana. Hay militantes a los cuales incluso les da un poco de temor hacer mención interna a algunas de las fuentes inspiradoras básicas, como lo es la doctrina social de la Iglesia Católica para no ser acusados de “fundamentalistas” o “confesionales”. Lo cual demuestra una ignorancia histórica brutal de lo que es la Democracia Cristiana, porque una de las razones por las cuales rompimos con el  Partido Conversador en 1938 -que sí era un partido clerical y confesional, administrado muchas veces incluso por altos personeros de la Iglesia Católica y no por laicos- fue justamente porque reivindicamos la pluralidad de las opciones políticas de los católicos y eso lo afirmamos antes que lo consagrara oficialmente el Concilio Vaticano II.

2. En segundo lugar, la misma confusión se percibe en los debates DC en materia socioeconómica, incapaces de substraerse de la dialéctica Estado-mercado, donde olvidamos lo propio, que es lo comunitario, lo societal. De lo anterior una reflexión, recordar, simplemente, el esfuerzo realizado por integrar a la sociedad nada menos que a los más pobres entre los más pobres, a través de la Promoción Popular. Naturalmente, el Estado y mercado son instrumentos que cualquier partido político tiene que tener a la vista, pero los distintivos DC son otras cosas: comunidad, concertación social, participación ciudadana.

3. En tercer lugar, la DC ha sido incapaz de salirse de otra dialéctica perversa, la liberal-conservadora y donde lo comunitario, obviamente, no aparece. Incluso, algunos líderes del partido se definen como liberales o social demócratas, ideologías políticas sumamente respetables, pero la DC es un partido de inspiración cristiana, no liberal o socialdemócrata.

4. La consecuencia de todo esto es un partido crecientemente estatalizado, con baja fuerza cultural y presencia reducida en sectores decisivos de la sociedad civil. Orientado, desde hace un tiempo, casi exclusivamente a cargos burocráticos, restándole relevancia a las  políticas. Precisamente esto pasó la cuenta, al aceptar la elaboración programática del 2013, solo preocupados de utilizar la vía más corta para volver al poder, lo que resultó un éxito, pero restando importancia a las políticas, lugar donde se juega la identidad y el sentido finalista de un partido político. Para la DC, este debiera ser empujar un proyecto humanista y democrático.

El punto central es este: si no se tiene claridad sobre lo qué se es, de dónde se viene, cuál es su historia, a quiénes representa y recluta, quiénes han dejado de votarlo, qué políticas quiere impulsar, el debate político, exclusivamente sobre  las alianzas, solo van a seguir aumentando las confusiones ya existentes.

II. Los dos problemas prioritarios de la sociedad chilena actual.

Nos parece que este país vive una crisis de representación tremenda, que está cuestionando instituciones como el parlamento y a actores como los partidos, fundamentales para un régimen político democrático y libre. En otro momento, la Democracia Cristiana fue parte de la solución a una crisis de representación.

Lamentablemente, hoy día no está en condición de cumplir ese papel, entre otras cosas pues, por torpezas inexcusables en la generación de la actual dirección del partido, la DC aparece ante la opinión pública también comprometida en los escándalos por la relaciones perversas entre el dinero y la política, pese a que el partido institucionalmente no ha recibido financiamiento irregular alguno hasta donde se conoce.

En segundo lugar, Chile vive una crisis de distribución. Mucha gente en Chile no está contenta ni satisfecha con la forma en que se distribuyen los frutos del enorme crecimiento material que se ha alcanzado los últimos 26 años.

A ello se suma que el propio éxito en la lucha contra la pobreza ha generado capas medias multiformes que sociológicamente son muy diversas y que pese a que han salido de la pobreza, sienten que su participación relativa respecto del progreso -aunque no empeora- se mantiene igual por años. Simplemente se aspira a más seguridad, más igualdad, más participación, más justicia y menos abuso de políticos y de grandes empresarios.

Ambas crisis hoy se han visto acentuadas hasta niveles insoportables porque ha quedado claro que sectores importantes de la política chilena están colonizados por el dinero, lo que ya se percibe como una situación muy evidente para gruesos sectores de la opinión pública chilena.

Entonces, ¿cuáles son las tareas en que nosotros deberíamos centrarnos? Contestar esta pregunta también supone, como pre requisito, que al interior del partido se dialogue y debata con respeto.

Primera tarea: Dignificar la política. En este país hoy hay una crisis brutal de la calidad de la política y nosotros somos parte de esa crisis. Estamos reclutando de manera despreocupada, informal y ya no hacemos exigencias mínimas. Pese a ello, actualmente seguimos teniendo los mejores cuadros técnicos del país y jóvenes militantes bien formados desde el punto de vista ético, político y también técnico ¿Qué esperamos para promoverlos al liderazgo y a la primera línea?

Segunda tarea: El país requiere relegitimar su marco constitucional y eso se llama nueva Constitución pero este debe ser un debate procedimental, sino que es uno básicamente de contenido, ¿Qué quieren cambiar los democratacristianos de la actual Constitución?

Tercera tarea. Reivindicar y salvar la legitimidad de las reformas sociales en democracia. Esto forma parte del ADN demócrata cristiano y social demócrata. Su legitimidad hoy día está amenazada por la desprolijidad con que se han elaborado algunas reformas sociales importantes. El sello democratacristiano -Reforma Agraria, Chilenización del Cobre, por ejemplo-, son las reformas instaladas de manera seria, consistente y técnicamente solventes.

Cuarta tarea. Relanzar el desarrollo económico y material del país. El actual crecimiento potencial del PIB de 3,5%, es insuficiente para el desafío de sacar adelante las reformas sociales y para  distribuir bienes públicos de calidad y sanamente financiados.

III. El debate sobre las alianzas políticas.

Ellas son instrumentales. Normativamente no son lo fundamental en la política democrática. Entonces,  antes de discutir con quién se alía un partido político primero debe definir lo que quiere hacer. Luego buscar aliados y socios para lograrlo. No al revés. Y la DC debe definir qué quiere, lo que pensamos, debería ser bastante claro: de la derecha la separa una enorme fosa. Empíricamente no tiene proximidad ideológica con ella.

Esto, porque el grueso  la derecha adscriben a una visión tradicionalista y conservadora mucho más afín con lo que fue históricamente el Partido Conservador en sus últimos años que con la Falange Nacional y su legado. El  tercer elemento que la teoría de las coaliciones destaca como elemento clave que incide en su conformación es la experiencia de un gobierno común.

La DC lleva casi 25 años de gobierno de centroizquierda y, en general, ello ha sido bueno para el país. Pero últimamente han surgido dificultades con sectores de la izquierda, lo que hace indispensable resolver las tensiones con algunos de los actuales “socios”, pues no habrá continuidad de la Nueva Mayoría si es que las cosas siguen como están actualmente. Sin embargo, un nuevo pacto con la centro izquierda debería darse desde la diferencia y desde un partido con identidad, con personalidad y con candidaturas fuertes.

Para el futuro se requiere un programa de gobierno claro, establecimiento de responsabilidades políticas expresas en la coalición y cuadros ética, política y técnicamente solventes, además de muchos jóvenes y gente nueva. De lo contrario, las cosas van a seguir como están, entre otros factores porque la DC se ha transformado en un partido obseso con los cargos burocráticos, muchas veces conseguidos a través de procesos y negociaciones opacas.

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