La reciente designación de Juan Francisco García Mac-Vicar como administrador municipal de Huechuraba ha generado una serie de cuestionamientos sobre la coherencia de la promesa de transparencia hecha por Maximiliano Luksic, actual alcalde de la comuna. García Mac-Vicar, quien estuvo involucrado en un escándalo de horas extras no justificadas en la Municipalidad de Santiago, se convierte en un nombramiento controvertido para un cargo clave en la gestión local, que implica confianza, supervisión y liderazgo.
Es importante destacar que el rol de administrador municipal es de alta relevancia, especialmente cuando quien ocupa la alcaldía carece de experiencia en el ámbito público. La designación de un individuo con antecedentes tan negativos -pagos irregulares de 147 millones de pesos en horas extras- contradice las expectativas de probidad que Luksic prometió durante su campaña.
La situación plantea una pregunta fundamental: ¿Por qué, a pesar de que la Contraloría General de la República ordenó un sumario administrativo y una recuperación de los fondos mal pagados, Luksic opta por nombrar a García Mac-Vicar? Este hecho abre la puerta a una reflexión más profunda sobre la gestión pública y sus principios. La contratación de un individuo con tales antecedentes no sólo mina la confianza en la administración, sino que también cuestiona la sinceridad de los compromisos de transparencia y responsabilidad.
Maximiliano Luksic, al asumir la alcaldía, se presentó como un defensor de la transparencia, prometiendo una rendición de cuentas clara y una auditoría externa a la gestión de su antecesor, Carlos Cuadrado (PPD). Sin embargo, la designación de García Mac-Vicar plantea un dilema: ¿Cómo se puede asegurar una gestión honesta cuando se elige a un funcionario con antecedentes tan cuestionables?
La decisión de Luksic puede enviar un mensaje erróneo, uno que legitima la impunidad y la tolerancia hacia las malas prácticas, al permitir que errores graves queden sin consecuencias. Este tipo de decisiones pone en peligro la credibilidad de una administración que debería regirse por principios de integridad y transparencia.
En resumen, no basta con hablar de transparencia; se requiere coherencia y acción. La continuidad de García Mac-Vicar en el cargo sería una contradicción con los valores prometidos por Luksic y podría sentar un peligroso precedente. La desvinculación de García Mac-Vicar se impone, como una medida necesaria para recuperar la confianza pública y reafirmar el compromiso con la ética en la gestión pública.
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