En los últimos días, mientras se discute el acuerdo previsional en el Senado, dirigentes empresariales señalan que les genera preocupación las consecuencias que podría traer el costo de 7% adicional de imposiciones a pagar por el empleador, porque "plantea un desafío para la empresa", "impactará en el empleo" y "aumentará la informalidad laboral", entre otras opiniones. Lo cierto es que bajo esa premisa, no hay que cambiar nada y dejar todo igual.
Siempre los cambios generan necesarias inestabilidades y el empresario lo sabe más que nadie. Pero son imperiosamente necesarios. De no existir un trabajo bien remunerado y con real seguridad social, ¿de qué sirve hablar del desarrollo económico del país? En definitiva ésa economía está al servicio de los habitantes y no los habitantes al servicio de la economía.
Además, sorprende esta preocupación, porque este aporte se va a implementar gradualmente en 9 años, por lo que tienen largo tiempo para acomodarse, de tal manera que no es de efecto inmediato o que afecte ahora a las pequeñas o medianas empresas, que muchas veces son las más cumplidoras con sus trabajadores y muy dispuestas a aportar para su futuro.
Algunos señalan que esta respuesta es la típica de empresarios nacionales que tienen mucho tejado de vidrio; la corrupción y colusión emblemáticos como en industrias clave (papel higiénico, farmacias y pollos, entre otros). La desigualdad y brecha salarial: La alta disparidad entre los ingresos de los ejecutivos y los trabajadores refuerza las críticas hacia las empresas. Responsabilidad social empresarial (RSE): Aunque muchas empresas implementan programas de RSE, se cuestiona si estas iniciativas responden a un compromiso genuino o son estrategias de marketing.
Algunos dirán "pero no son todos los empresarios". Mucha razón, son solo algunos. Pero en este caso son dirigentes gremiales los que están emitiendo estos juicios y haciendo cuestionamiento de este aporte. Por lo tanto están representando al gremio.
Vale la pena recordar que, como resultado positivo del estallido social, los empresarios definieron pagar un sueldo mínimo de $500.000. Fantástico, de manera intempestiva cambiaron el discurso de que no se podían aumentar los sueldos porque afectaría el empleo. El temor de lo que estaba sucediendo, que venía siendo anunciado ya por largo tiempo por muchos cientistas sociales, los llevó a cambiar sorprendentemente de opinión. Pero apenas se volvió a la normalidad se vuelve con la misma perorata, el aumento del aporte empresarial afectará al empleo.
Si miramos al mundo, son muchos los países donde los empleadores tienen la obligación legal de realizar aportes a la previsión social de sus trabajadores, como parte de un sistema contributivo tripartito (empleador, trabajador y Estado).
En países como Francia, Alemania e Italia, los empleadores contribuyen con porcentajes significativos (entre 10% y 20% del salario) para financiar pensiones, seguros de salud y desempleo. En Brasil, el aporte del empleador al sistema previsional puede llegar al 20% del salario bruto. En Argentina, varía entre 10,17% y 12,71%, dependiendo del tipo de empresa. En Australia el sistema de superannuation obliga a los empleadores a contribuir al fondo de pensiones con 11% del salario, con aumentos graduales previstos. En Países Bajos los empleadores contribuyen entre 15% y 20%.
En conclusión, la moral empresarial en Chile se pone en juego en estas decisiones que afectan los recursos previsionales de los trabajadores, ya que la percepción de abuso o desigualdad por parte de las empresas y el sistema de pensiones afecta la confianza social. Las tendencias globales apuntan hacia una mayor integración de los empleadores en el financiamiento de la previsión social. Avanzar hacia un modelo más ético y transparente requiere esfuerzos conjuntos entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil.
En definitiva la mayor productividad no se logra con la disminución de gastos y menos a costa de trabajadores que se sientan estrujados. Se alcanza con trabajadores que se sienten valorados, reconocidos y apoyados; en definitiva felices de aportar al desarrollo y crecimiento de la empresa.
Lo digo por mi propia experiencia como pequeño empresario de más de 35 años.
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