Las elecciones y los sistemas electorales

Los resultados de las elecciones presidenciales del domingo pasado mostraron como primer gran derrotado a las “encuestas”. La verdad que no sólo las encuestas, también a muchos analistas políticos. El error más grueso fue la subestimación de la votación de Beatriz Sánchez y, en menor medida, la de Jose Antonio Kast.

El segundo  error ,la sobre estimación de la votación de Piñera. La votación efectiva obtenida por Carolina Goic, si bien superior a lo que le daban todas las encuestas, estuvo muy por debajo de lo que los sufridos militantes de la DC hubiesen deseado y esperado. La votación de Guiller estuvo razonablemente dentro de lo que le asignaban las encuestas pero, al igual que lo sucedido con Carolina Goic, su hinchada esperaba más.

Los resultados dejan abierta absolutamente la elección. Piñera debe remontar un 36% para lograr su anhelo de reelegirse. Para ello cuenta con los votos de José Antonio Kast, pero con ello sólo llega al 44%. ¿De dónde obtiene ese apreciado 6%, más un voto que le falta para cumplir su cometido?

Algunos dicen que los buscará en los desencantados DC. Difícil. La tradición de ese partido no avalaría aquello. Pero aun cuando eso ocurriese necesitaría que todos aquellos que votaron por Carolina Goic, lo hicieran en segunda vuelta por él. Y eso sí que se ve imposible.

Por su parte Guiller deberá remontar desde un 22%. Aún más trabajo. Ya recibió los apoyos de MEO y la DC que si se los traspasamos completos está en el 34,3%. Por lo tanto para lograr el triunfo deberá encontrar apoyos en el veleidoso Frente Amplio. ¿Tendrá mejor suerte de la que tuvo Eduardo Frei, el 2009? Puede ser.

El Frente Amplio pareciera ideológicamente más cercano de lo que era el PRO de MEO el 2009 donde tenía incorporado a varios personeros de derecha liberal en su entorno cercano, que rápidamente manifestaron su apoyo para la segunda vuelta de ese entonces a Sebastián Piñera. Si el Frente Amplio se tienta más con ser oposición, podrá estar hipotecando seriamente su opción de ser gobierno en el futuro.

En resumen estamos ante una elección muy abierta y al menos el CEP ya anunció que no hará encuestas.

Pero más perdidos aún anduvieron los encuestadores y los analistas, respecto al resultado de las parlamentarias. Al parecer no pudieron capturar las profundas variaciones que traería consigo el cambio de sistema electoral de binominal a proporcional. Por lo mismo nadie previó que emergería una bancada de 20 diputados y un senador representando al Frente Amplio.

El resultado para la DC, 13 diputados electos, peleando el 14, se encuentra en lo más bajo de su rango esperado. Claramente no leyeron bien el impacto que el nuevo sistema proporcional tendría en sus resultados al llevar una lista parlamentaria prácticamente en solitario (sólo en un distrito los votos aportados por Izquierda Ciudadana le permitieron ganar un escaño). La elección de tres senadores sí se encontraba dentro de lo previsto aun cuando quedarse sin representación en la Región de Valparaíso fue un duro revés para ese partido.

Dado esos resultados mucho se ha especulado con lo que hubiese sucedido si se hubiese logrado conformar una sola lista oficialista. Demás está decir que ello obliga a muchos supuestos (para un economista esto no es un gran impedimento).

En primer lugar los dirigentes de los partidos deberían haber superado el escollo de “dos candidaturas presidenciales” para lograr una lista única. La UDI tuvo como candidato a Joaquín Lavín el 2005 y RN a Sebastián Piñera, sin embargo presidentes de esos partidos,  Jovino Novoa en la UDI y Sergio Diez (Carlos Larraín) en RN, hicieron posible compatibilizar esas dos candidaturas con una sola lista parlamentaria dando una muestra de eficacia y de liderazgo.

Algunos podrán decir que ello era un imperativo del sistema binominal pero personalmente creo que refleja una gran capacidad de conducción.

Los partido que integran la Nueva Mayoría no supieron, ¿o no quisieron?, lograr lo que UDI y RN lograron el 2005 y optaron por listas separadas, entre otras cosas amparados, a mi juicio, en una mala lectura del funcionamiento del sistema proporcional en comparación al binominal.

No podemos sustraernos a la atracción que nos lleva a hacer este ejercicio de unir ex post, algo que se debió lograr hacer ex ante.

Vamos a suponer una sola lista de la Nueva Mayoría en que cada Partido participa independientemente. Esto es sin subpactos.

Vamos a suponer además que cada partido mantiene la misma votación que obtuvo el domingo 19. Decimos esto pues de haber ido en una sola lista todos los partidos deberían haber llevado un menor número de candidatos y estamos suponiendo que, donde un partido llevó tres candidatos, y que ahora en este ejercicio de lista única le asignamos sólo uno, los votos de esos otros candidatos del mismo partido se acumulan.

Realizado lo anterior y aplicada la cifra repartidora en cada uno de los distritos varios de ellos hubiese arrojado resultados diferentes pero el mayor efecto estaría en la Democracia Cristiana.

En los distritos 5, 10, 9, 11, 16, 18, 20, 21, 25 y 27 ese partido hubiese logrado un escaño. De igual forma al sumarse sus votos a la lista de la Nueva Mayoría en el Distrito 15 el electo habría sido el candidato del PPD y no el de la DC que lo fue en su pacto con el apoyo de los votos de Izquierda Ciudadana.

Adicionalmente en el Distrito 17, el aporte de los votos de la DC en la lista habría elegido al representante socialista en desmedro del candidato del Partido Humanista. En los distritos 5 y 21 los afectados hubiesen sido representantes de la UDI, mientras que en los distritos 10 y 11 habrían sido los de RN. 

Lo complejo es que esta fórmula de lista única junto con aportar 4 escaños más al pacto y 4 menos a Chile Vamos, redistribuía las fuerzas al interior del pacto. De haberse ido de esta forma, y cumplido todos los supuestos (no se me puede ir lo economista) tendríamos  la a DC con 9 diputados electos más, el PC, el PPD, el PR tendrían uno menos y los socialistas dos menos. 

¿Estuvo esto en la mente de los “negociadores” de listas y acuerdos antes de que se cerrara el plazo de inscripción de pactos? No lo sabemos.

Al repetir un ejercicio similar para la elección de Senadores, en la Región de Aysén, y con iguales supuestos, la elegida hubiese sido la aspirante de la DC y no la del PPD como ocurrió, e incluso se podría haber acercado al doblaje.

El reestreno del sistema proporcional, remeció todo nuestro cuadro político. Trajo consigo una nueva fuerza que veremos ahora cuan compacta puede ser, pues abarca desde los liberales de Mirosevic hasta el Igualdad de Mayol. Y por cierto plantea un nuevo desafió para las encuestas. ¿Alguien pudo anticipar los triunfos de Carmen Aravena en el Sur o de Juan Latorre o Kenneth Pugh en la Región de Valparaíso? 

Y para los chilenos comprender mejor que todos los sistemas electorales, uninominal, binominal, proporcional, no son más que eso, sistemas. No son fuentes de virtudes o pecados en sí mismos. La virtud y el pecado son propios de los seres humanos, no de los sistemas.

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