En medio del vil y cobarde asesinato de tres carabineros producto de un atentado que sufrió su patrulla en Cañete, Región del Biobío, muchas y muchos se apuran en pedir el repetido anhelo de sacar a las Fuerzas Armadas a la calle. Casi como una caricatura del orden, militares pintados y armados hasta los dientes, realizando la tarea que responsable y profesionalmente realizan a diario tanto Carabineros como la PDI.
Otras/os, de manera rápida, piden soluciones al estilo Bukele, es decir, autoritarismo que usa el "control" de la delincuencia como pantalla para imponer un régimen de tiranía solapada, ignorando, por ejemplo, que en relación al régimen de Bukele (según el periodista salvadoreño Óscar Martínez) "han salido a la luz detalles de su negociación secreta con las tres pandillas; que ha utilizado a la Asamblea Legislativa, que controla, para reformar leyes y purgar a un tercio de los jueces del país, allanando el camino para nombrar a jueces leales a él. Y, como si no bastara, violando la Constitución, la Sala de lo Constitucional impuesta por sus diputados, emitió una resolución que permite la reelección inmediata de Bukele para el periodo 2024-2029. Todo esto sin contar algunas piezas que parecen añejas, como la ley de inmunidad para sus funcionarios por las compras en pandemia que aprobó su Asamblea en mayo". En otras palabras, un tiranillo de terno y corbata (y muy bien engominado).
En nuestro país, estas posturas rápidas son entendibles, y surge de inmediato una pregunta que cae de cajón: ¿Tienen suficiente capacidad operativa ambas policías? ¿Quién(es) están detrás de este atentado canalla en contra de estos tres carabineros? ¿Será posible saber quién(es) fueron, o pasará como en tantos casos que nadie vio nada y nunca se sabrá, más allá de rápidas condenas, las razones del atentado?
Las tres preguntas antes planteadas nos llevan de manera inmediata a un análisis que debe ser previo al bullado sonsonete de sacar las FF.AA. a la calle. Este análisis tiene que ver con un aspecto que en Chile está al debe, gracias a legisladores que no se ponen de acuerdo en priorizar las urgencias que la sociedad requiere. Claro, pues resulta casi tristemente gracioso que algunos/as políticos rasguen vestiduras por el cobarde asesinato, pero nada hacen en apurar las modificaciones a la ley de Inteligencia, que duerme en el Congreso a la espera que terminen las rencillas políticas miopes, que solo ven en el cálculo electoralista su leitmotiv. Y es entendible, legislar sobre la ley de Inteligencia quizás no les de la pantalla que buscan para seguir en su quehacer político simplista, liviano y sin sustancia.
Pero, día a día, resulta evidente que, sin una nutrida, moderna y bien coordinada ley de Inteligencia, seguiremos lamentando situaciones no solo contra Carabineros, sino que contra cualquier persona. Esto no es antojadizo, ya que uno de los aspectos centrales de la inteligencia es la relación con la toma de decisiones, sobre todo cuando esas tomas de decisiones son de responsables políticos.
Siguiendo a Javier Jordán, de la Universidad de Granada, "lo que se espera del profesional de inteligencia es que explique a los decisores políticos qué ha sucedido, qué está ocurriendo en el momento presente y por qué, y cuáles son los escenarios de futuro más probables. De ese modo, la inteligencia de calidad se convierte en un multiplicador de fuerza que contribuye a que las políticas sean también inteligentes. Pero, aunque la inteligencia como resultado pueda convertirse en parte integrante y destacada de la decisión, en sí misma, en su formato de entrega, es mero asesoramiento, distinto en su naturaleza de la decisión política".
Una interpelación a la realidad de la inteligencia en Chile. La inteligencia, resaltando lo que plantea Jordán, contribuye a que las políticas sean también inteligentes. Y bastante falta hace ya desde hace algún tiempo leer u oír alguna política inteligente.
Otro factor central del proceso de Inteligencia, es el relacionado a la politización de la inteligencia, algo que, al parecer, en nuestro país está bastante más al día. La politización de la inteligencia tiene que ver, entre otros factores, con situaciones en que los decisores políticos hacen un uso interesado de la inteligencia disponible, escogiendo los análisis acordes con sus ideas y desechando aquellos que las contradicen. También cuando se presentan, como resultado definitivo, una de las valoraciones entre varias que compiten, silenciando los puntos de vista discordantes.
Todos estos aspectos deberían estar rápidamente siendo analizados, comparados y debatidos en el Congreso Nacional, pero la realidad dista mucho de esto. ¿Hace cuánto tiempo está en debate las mejoras a la Ley de Inteligencia Nacional (Ley N° 19.974)? Sorpréndase, se encuentra en segundo trámite constitucional hace casi 6 años. Claro, pero resulta mucho más efectista y populista gritar desde la galería que "saquen a los militares a la calle", es mucho más rentable electoralmente, cuando la miopía y el simplismo político se tomaron la agenda. La sociedad, en lugar de hacer eco de estos cantos de sirena, debería exigir a las y los legisladores, que hagan la pega, que dejen de disfrazarse de "Bukeles de Mundo Mágico", y aceleren la necesaria ley de Inteligencia.
Luego de esto, recién pongámonos a debatir sobre el rol de las FF.AA. en controles policiales. Carabineros de Chile tiene 3 nuevos mártires, y, como siempre, son carabineros de extracto popular, que nada tienen que ver con los gatos de campo que están en las alturas de los mandos diciendo frases para el rodeo. Tres nuevos mártires. Una dolorosa vergüenza como país.
Las FF.AA. tienen otro tipo de preparación, para otras funciones específicas, si se quiere que cumplan funciones policiales y que "salgan a la calle", primero deben ser capacitadas como lo han hecho en otros países. Así lo plantea, por ejemplo, el coronel (r) de Carabineros Rodrigo Alegría, al señalar que "las mayores democracias en el mundo ya tomaron esta decisión. Por ejemplo, Francia, por un problema puntual de terrorismo, en París tiene al Ejército preparado para enfrentar el control de orden público, pero fueron capacitados para eso".
Raya para la suma, en Chile dotemos de mayor complejidad la discusión política, somos nosotros, la sociedad civil, la que debe exigir a las y los legisladores electos popularmente que justifiquen sus dietas millonarias y dejen de hacer discurso de circo. Pues quienes salen ahora pidiendo a los militares en la calle, son las(os) mismas(os) que se ausentan del Congreso cuando se discute las mejoras a la ley de inteligencia. Otro dato que pasó "colado", Yañez, el general director de Carabineros que estaba en las cuerdas por su responsabilidad en las violaciones a los DD.HH. durante el estallido social, fue ratificado en su cargo. Mala señal, pues son esas omisiones las que se acumulan y "estallan" socialmente, pero claro, ese debate quedará suspendido.
En definitiva, en Chile, hagamos carne lo que dice en el escudo nacional que tanto se manosea, y primero usemos la razón, después la fuerza.
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