Río Grande a Chacalluta, las fronteras de la muerte

Esta semana vimos como en la frontera de EE.UU. con México, en el Río Grande a la altura de Texas, un padre y su hija provenientes del El Salvador perdieron la vida al intentar cruzar su cauce, siendo llevados por la corriente mientras la madre esperaba en la orilla.

La familia centroamericana arrancaba de la pobreza y del hambre de su país en abril de este año, encontrándose en Matamoros, Estado de Tamaupilas, desde la semana pasada, esperando la autorización de asilo por parte  del gobierno de Trump.

En este pueblo se les informó de la larga lista de espera en las solicitudes que existen, donde al ver la ciudad mexicana colapsada, decidieron partir por sus propios medios, encontrando con ello la muerte.

La crisis humanitaria se repite a 6.000 kilómetros al sur, donde en nuestra frontera de Chacalluta, en el límite que divide Arica y Tacna, se encuentra un grupo de migrantes venezolanos esperando ingresar a Chile, movidos por las expectativas otorgadas por el gobierno de Piñera de puertas abiertas a este pueblo, con la llamada visa de responsabilidad democrática. 

Pese al discurso público de solidaridad con ellos por la crisis humanitaria que sufren, la visa para los inmigrantes venezolanos ha sido más una traba que una solución para estos.

Para otorgar el permiso de ingreso a Chile, se debe tramitar en la embajada de Chile en dicho Estado, trámite que se está demorando próximamente 5 a 6 meses, debido a la dificultad para obtener el pasaporte por parte del Estado venezolano y los documentos requeridos.

Pero algunos de sus compatriotas han sido más atrevidos. Debido a la desesperación por arrancar de su país, viajan a Chile por dos meses viéndose impedidos de avanzar cuando llegan a Chacalluta, por lo cual han montado campamentos a la espera de la visa para reencontrarse con su familia en nuestro país.  Es más, ahora no pueden regresar a Perú por las exigencias que realiza dicho país para la migración desde hace un par de semanas.

En cuanto a los perseguidos políticamente que buscan refugio, las peticiones realizadas también han sido infructuosas, donde se ha privilegiado a las figuras más relevantes para otorgar dicho asilo.

El objetivo de la presente columna, es abrir una reflexión para que no solo nos impactemos ante las tristes imágenes que circulan en la frontera de México con Estados Unidos, ya que prontamente seremos el modelo de una crisis migratoria que puede terminar con muertes de familias, donde el Estado de Chile tendrá que dar respuesta al respecto.

Las medidas restrictivas no detendrán la movilidad humana, más bien, estas solo crearán que la población migrante busque alternativas de ingreso a nuestro país, poniendo en riesgo sus vidas en el desierto bajo duras y severas temperaturas.

Llamamos al gobierno a detener el doble discurso con el pueblo venezolano, dejando de utilizar su crisis solo para atacar al régimen de Maduro, mientras que en las fronteras cientos de venezolanos esperan por tener una oportunidad en el país que el mismo gobierno les prometió. Temo que hoy existe un grave riesgo de que el Río Grande se traslade a Chacalluta.

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